Un viaje a la cara oscura del Siglo de Oro de la mano de dos grandes actrices

Aitana Sánchez Gijón y Marta Poveda se meten en la piel de más de una docena de personajes en ‘Malvivir’, una visión tragicómica del siglo XVII, que es también una reflexión sobre la libertad y la supervivencia y un rescate de la literatura femenina del Barroco. Este miércoles están en Ponferrada y el jueves visitan la capital leonesa

L.N.C.
23/02/2022
 Actualizado a 23/02/2022
Marta Poveda y Aitana Sánchez Gijón se entregan a fondo en la representación de la trigicomedia ‘Malvivir’ ambientada en el Siglo de Oro. | DAVID RUIZ
Marta Poveda y Aitana Sánchez Gijón se entregan a fondo en la representación de la trigicomedia ‘Malvivir’ ambientada en el Siglo de Oro. | DAVID RUIZ
Al igual que sucediera la semana pasada con ‘El viaje a ninguna parte’, el teatro con nombres propios acude con veinticuatro horas de diferencia a los escenarios del Teatro Bergidum de Ponferrada y del Auditorio Ciudad de León a través de la puesta en escena en este caso de ‘Malvivir’, que cuenta con la dramaturgia de Alvaro Tato y la dirección de Yayo Cáceres y que este miércoles a las 20:30 horas se representa en la capital del Biierzo y el jueves en idéntico horario en la capital leonesa, con entradas a 15 y 18 euros, respectivamente.

Dos grandes actrices, Aitana Sánchez Gijón y Marta Poveda, dan vida a una pícara (Elena de Paz) y al mundo que la rodea. Dos intérpretes con el desafío de asumir todos los personajes, y la presencia continua de un ‘rabelín’ (Bruno Tambascia) que toca y canta en directo para acompañar la acción y crear los diversos espacios y atmosferas. Un espacio escénico esencial y simbólico, como si se tratara de la representación de un ñaque, ese tipo de agrupaciones de carácter popular que abordaban obras en pareja. Las claves del presente montaje se inspiran en ese concepto teatral: síntesis de elementos, aprovechamiento máximo de las posibilidades del juego escénico y una exquisita labor de vestuario, iluminación, música y ritmo.Los espectadores verán desfilar a lo largo de una hora y media a más de una docena de personajes que giran en torno a Elena de Paz: el pícaro Montúfar, la bruja morisca Zara, el buhonero gascón Pierre, la dama viuda Teodora, el hidalgo perulero don Álvaro... Recorremos así, gracias a la transformación física, vocal e imaginativa, toda la España de la época: sus ciudades, caminos, ventas, ríos, aldeas... Una fiesta de la sugerencia y la teatralidad, con vaivenes entre risa y llanto, con la tragicomedia a flor de piel y las canciones originales (con letras quevedescas) resonando a lo largo de toda la pieza, a modo de aquel teatro itinerante y festivo que tanto se prodigó en la época al margen de las compañías oficiales de corrales de comedias.

La puesta en escena lleva a un nuevo nivel los elementos que han marcado a lo largo de cada espectáculo de Ay Teatro, y del director Yayo Cáceres, un inconfundible sello de identidad: una puesta sencilla y rotunda, basada en la fisicidad, en el ritmo implacable, en la música en directo y en una sucesión de imágenes y estímulos que no dejan tregua, apostando por la quintaesencia del teatro puro y básico.

Un regreso, pues, a las esencias, a las claves carnavalescas del fenómeno teatral barroco y pre barroco, para zambullirnos de pleno en el lado oscuro de la España áurea: el hambre y la miseria de las desposeídas y marginales que rompen todos los códigos éticos y morales en pos de la supervivencia y la libertad.
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