Un trabajo como otro cualquiera

El debate de la prostitución hay que anclarlo en la desigualdad, y actualmente según las estadísticas hay más prostitución que nunca.

Mujeres por la Igualdad
16/12/2018
 Actualizado a 17/09/2019
Imagen de los letreros de neón de un club de alterne en Castilla y León. | Ical
Imagen de los letreros de neón de un club de alterne en Castilla y León. | Ical
Era el mes de julio del año pasado y, como todos recordaremos hacía un calor terrible. Mi pareja y yo pasamos junto a unos amigos, una tarde estupenda en el río. Había mucha gente, todo el mundo disfrutando del frescor del agua y de la compañía. Nos fuimos tarde y aún el calor pegaba fuerte. Íbamos en el coche para casa y por el camino pasamos al lado de un pequeño club con luces de neón de colores, al lado de la carretera, solo en un descampado.

¡Cuántas veces pasamos por delante de lugares similares!, más grandes o más pequeños. Incluso los vemos una y otra vez camino del trabajo. Pero ese día lo vi tan claro, ese día fui realmente consciente. Posiblemente fuera porque ya llevaba un tiempo aflorando en mi esta gran conciencia feminista y mis ‘gafas moradas’ estaban a punto de quedarse para siempre.

Mientras lo pensaba se lo comenté incluso a mi pareja, me pareció horrible ese instante, con el calor, todo tan cerrado… Me puse en el lugar de las mujeres que estarían ahí dentro, que llevarían toda la tarde encerradas esperando a que cualquier hombre con ganas de eyacular usase su cuerpo para ese menester. Uno, dos, tres… los que entren, los que su cuerpo pueda aguantar o lo que les dejen. Y así día tras día. Mientras tanto el mundo mira para otro lado.

En ese momento la realidad de esas mujeres, mujeres como yo, me dio en el estómago de lleno, y me pareció cuanto menos, terrible.
Y ese es el problema, que somos incapaces de empatizar con una mujer prostituida, en cambio sí con el putero. Siempre se legitimizan las razones de ellos para abusar del cuerpo de ellas. Y alguno me dirá que cuántos trabajos hay también horribles que nadie los quisiera una tarde estupenda y soleada de julio. Argumento muy recurrente en estos casos.

Sí, cierto. También cuando veo a personas trabajando en la construcción, en las carreteras a pleno sol, al frío… he dicho «¡ostras, qué jodido ese trabajo!» Pero no. Yo no pensé ‘qué jodido’. Pensé: ¡Que horrible! En mayúsculas y arrastrando cada sílaba.
Porque me puedo imaginar en cualquier trabajo «desagradable», pero lo que no me quiero ni imaginar es estar encerrada en un club esperando a que un hombre tras otro invada mi ser más íntimo y descargue su violencia y sus fluidos en mí.  No. Desde luego no es un trabajo como otro cualquiera y nunca debe de ser considerado como tal.

Y es que a todos y a todas nos han socializado de tal manera que somos capaces de ver la prostitución como algo lejano o de un mundo que no nos pertenece. Incluso nos lo han dulcificado a través de la cultura y la televisión: las prostitutas son las otras y los puteros ni existen, no los queremos ver (o no lo queremos saber).

Pues resulta que las otras son mujeres como nosotras, son hijas, madres, hermanas, amigas… porque no nos confundamos, para el sistema prostitucional todas somos prostituibles, ya que cualquier mujer en situación de vulnerabilidad se puede ‘agarrar’a la prostitución.
El patriarcado lo sabe muy bien. Y este sistema sostiene por un lado que los varones tienen derecho a satisfacer sus necesidades sexuales. Y por otro, tiene que normalizar que la sociedad le proporcione de la manera que convenga, un amplio mercado (a la carta) de mujeres para satisfacer esas necesidades.

Mujeres en situación de inferioridad cultural y económica, mujeres de todas las razas captadas en países empobrecidos, porque no nos olvidemos que los puteros gustan de variedad y a poder ser que no hablen su idioma. Total,sólo necesitan cuerpos a los que deshumanizar.
He de decir en mi contra que yo, hasta que el feminismo no entró en mi, invadiendo todo mi ser (suena raro… pero es que no encuentro mejor manera para describirlo),tampoco pensaba demasiado en esto. Simplemente lo veía por encima con cierta condescendencia y nada más.Incluso me hubiera decantado por el regulacionismo.

Pero el feminismo me trajo la conciencia de género y en pensar en todas nosotras, las mujeres, no en mí ni en la gente que conozco, sino en todas.  Después de ver, leer y escuchar mucho ya no puedo ver el mundo como lo veía antes. Por lo que no me queda otra opción más que reflexionar, a mí como persona individual y también como feminista, sobre las raíces de la prostitución y las consecuencias no deseadas o no previstas de su normalización.

¿En qué posición nos deja la prostitución a la mitad del género humano si se identifica la sexualidad únicamente con el placer masculino y el libre acceso al cuerpo de las mujeres? Por lo tanto, nos debemos de hacer esta pregunta: ¿En qué posición nos deja la prostitución a la mitad del género humano si se identifica la sexualidad únicamente con el placer masculino y el libre acceso al cuerpo de las mujeres como nos enseña la prostitución y la pornografía?Y si ésta afecta al imaginario de lo que, como dice Ana de Miguel, es una mujer y lo que se puede hacer con ella, ¿qué podemos esperar de la forma de actuar de los varones?

Y es cuando llega el momento en el que nos asustamos de lo que vemos en las noticias. Hombres jóvenes abusando, violando, asesinatos…Cada día nos vamos a la cama con uno o dos casos más de violencia machista, y nos preguntamos cómo puede ser que, en países como el nuestro, en países avanzados y formalmente igualitarios, que presumen de ser de entrada feministas, ¿cómo es posible que esto suceda si ya vivimos en igualdad?

Todo el mundo se escandaliza, no entiende nada, sale en las noticias y tampoco se entiende nada, minutos de silencio por las víctimas, las cadenas de televisión hacen campañas contra la violencia machista y… de nuevo no sabemos por qué ha pasado. Y es entonces cuándo debería la sociedad entera reflexionar.

Visto el resultado, pocos lo hacen. Y es muy frustrante, en serio.Porque si al final delante de los ojos de toda la sociedad se ponen a disposición de los hombres lugares físicos donde éstos pueden ejercer violencia sexual con total impunidad, donde ellos pueden ser los mismos hombres de siempre y donde las mujeres que hay dentro son mujeres en situación de auténtica vulnerabilidad que van a estar dispuestas a aguantar y a sufrir lo que ninguna otra mujer fuera de este espacio aceptaría, si nos lo ponen delante y lo asumimos como normal, nunca nuestra sociedad va a crecer en igualdad.

Porque la prostitución es la escuela de desigualdad humana más terrible que existe, donde seaúna la explotación económica y la explotación sexual de las mujeres por parte de los hombres.

No podemos ni debemos consentir que una mamada o una penetración múltiple sea considerada un trabajo, porque la prostitución es la forma más brutal de violencia contra las mujeres.

No puedo pasar delante de un lugar donde se está explotando sexualmente a personas de mí mismo sexo sin ponerme en lugar de ellas, no puedo ver mujeres desnudas en parques, en las calles…sin ponerme en el lugar de ellas.

No, no están porque quieren. Porque con las prostitutas libres y felices no se puede satisfacer la inmensa demanda masculina de cuerpos cada vez más baratos, más jóvenes, incluso niñas, más sumisas y de cualquier parte del mundo.La prostitución no va sobre las putas. El debate de la prostitución hay que anclarlo en la desigualdad, y actualmente según las estadísticas hay más prostitución que nunca y por lo consiguiente más puteros que nunca.

Porque los hombres desplazan su necesidad de dominio de su hogar al prostíbulo, el único lugar dónde el feminismo no puede entrar. Todo esto bajo nuestra mirada cómplice, y peor aún, la mirada cómplice del Estado, «Estado proxeneta» como Amelia Tiganus lo denomina. La complicidad del poder, con sus poderosísimos sistemas de socialización que nos hacen ver y sentir como totalmente normal y natural algo que va en contra de nuestros propios intereses como mujer.

Hoy en día la prostitución es una poderosísima industria, junto con el tráfico de armas y de drogas. ¡Qué triste me parece que tan a la ligera se pueda hablar de armas y de drogas igualándolo al tráfico de cuerpos de mujeres para el consumo de hombres!. Y cómo a cualquiera le escandalizan más las otras dos porque tenemos asumido que hacen daño. Y nadie lo pondría en duda. Pero,¿la prostitución? ¡Qué diferente es cuando se trata de nosotras!

Entonces es cuando se recurre al manido argumento de que la prostitución existe desde siempre... Y es entonces cuando se recurre al manido argumento de que la prostitución «existe desde siempre». No es tan antigua como el asesinato y el robo, pero mientras que el crimen y robo se castigan y persiguen, la prostitución se acepta con un amplio beneplácito social y mundial.
Así que cuando os pregunten cuáles son esos privilegios masculinos de los que tanto hablamos las feministas, decidles que el mayor y más peligroso es que cualquier hombre, en cualquier parte del mundo, ya sea pobre o rico, en paro, alcohólico, enfermo o sano…puede usar el cuerpo de una mujer por un precio acorde a su situación económica y social.

Unos pagarán 5 euros por una felación y otros 300 euros por una mujer estupenda. Y cualquier hombre, aunque nunca lo haga, sabe que puede hacerlo. Sabe que si tiene la ‘necesidad’ puede ir a cualquier club de su barrio o de su pueblo o ciudad y utilizar el cuerpo de una mujer para eyacular en ella, en el orificio que más le plazca, sin importarle que ella no lo desee en absoluto y que incluso le asquee.
Eso, señoras y señores es el privilegio masculino. Eso es lo que una y otra vez, siglo tras siglo nos pone a las mujeres en un lugar a los hombres en otro. Un trabajo no se puede articular alrededor de lo que desee un grupo de varones.

Virginia Wolf
escribió en ‘Una habitación propia’, que los hombres habían convertido a las mujeres en espejos en que se veían reflejados el doble de su tamaño. Actualmente ese gran espejo es el prostíbulo.Por todo esto y por mucho más, la prostitución debe desaparecer.Se trata de derechos humanos. Parte del feminismo comenzó luchando por la abolición de la esclavitud. Laprostitución esclaviza diariamente a millones de mujeres y niñas, con lo cual al feminismo no puede ser otra cosa más que abolicionista. Y yo soy feminista. Soy abolicionista.
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