Un torrente de solidaridad ciudadana

El Hospital de León recibió grandes donaciones de empresas y aportes de particulares que iban de material sanitario a bolis, champú, comida o bebida / Así lo vivieron Suministro, Cocina y los celadores

Jesús Coca Aguilera
14/06/2020
 Actualizado a 14/06/2020
Imagen de parte de la plantilla de suministros y almacén durante la pandemia.
Imagen de parte de la plantilla de suministros y almacén durante la pandemia.
De repente, en los peores días de la epidemia, entre la sobrecarga de trabajo y las dramáticas situaciones que se vivían en los pasillos del Hospital, apareció un torrente de solidaridad ciudadana que llenó de donaciones el almacén del Complejo Asistencial Universitario de León.

Procedentes de empresas y de particulares, enviadas en camiones o acudiendo directamente hasta el Hospital a darlas, correspondientes a medidas de protección o de comida para coger fuerzas... El origen, la forma de llegar o el contenido en sí era diverso, pero lo que era común era el esfuerzo comunitario por echar una mano en lo que fuera posible: bien con material que se necesitaba bien con algún detalle que pudiera animar a aquellos que se encontraban luchando en primera línea contra la pandemia.

«Recibimos cosas de muchísima gente: particulares, organismos y empresas donaron todo lo que consideraban que podía ser de utilidad», explica la Directora de Gestión Eva Santos, que hace hincapié en que luego «había que repartirlo para que pudiéramos llegar rápido a todos los profesionales que estaban en primera línea, así que para no sobrecargar en exceso a nadie entre cocina, almacén y celadores, que hicieron un esfuerzo extra, se fue haciéndolas llegar a sus destinatarios».

Vega: «Fue digno de elogio, la gente aportaba todo lo que tenía. Impresiona cómo se movilizaron, fue emotivo» ¿Lo que llegaba en sí? Iba desde material sanitario a otros objetos como bolígrafos o champús; o a la comida que se llevaba para su reparto a cocina y donde junto al agua que fue lo más recibido hubo desde bombones hasta pizzas, pasando por patatas, embutido,dulces, refrescos...

«Fue digno de elogio, la gente aportaba todo lo que tenía», asegura José Ramón Vega, jefe de servicio de Suministros y Compras, que cuenta cómo «desde el llamamiento de material del vicepresidente de la Junta empezaron a traer material».

Fue el inicio de un reguero de donaciones en el que «hubo particulares que venían con batas, mascarillas o guantes de todo tipo, empresas más fuertes que hicieron donaciones tremendamente reseñables... Me vienen a la cabeza tres ejemplos: Inatega, que trajo una muy importante de guantes de nitrilo, pero hablo de palés llenos de ellos; asociaciones de modistas y costureras que se coordinaron entre ellas y fabricaron batas perfectamente cosidas; y luego con las máscara de snorkel, que ante la falta de respiradores empezaron a utilizarse como tal en Italia y se extendió, no sólo nos mandó Decathlon sino que vino gente a traernos el suyo, aunque aquí no hubo que echar mano de ellas».

¿Destacando también entre las donaciones grandes? Vega recuerda «una de mascarillas del Instituto Confucio,de bolígrafos de BIC, de champús de ICON una empresa americana, de varios palés con patatas fritas del Grupo APEX, de los hosteleros del Barrio Húmedo con bebidas...».

Vega: «Empresas trajeron palés enteros de material y particulares anónimos venían y nos dejaban algo» Aunque, casi más que esas, llamaban la atención «esos particulares anónimos que no querían dejar su nombre, venían y nos daban igual una caja de guantes de latex o nitrilo. Pero me consta que eso no pasaba sólo aquí, que sucedía igual en la Delegacion de la Junta, en los centros de salud o en las gerencias de Atención Primaria».

«Se vivieron momentos muy emotivos. Impresionaba cómo la gente se puede movilizar ante esta situación», reconoce Vega, que explica cómo «la mayor parte de las donaciones venían aquí directamente, el almacén ha abierto mañana y tarde, y también los fines de semana que habitualmente no lo hace, para hacer frente a la situación y realizar los repartos urgentes a las diferentes unidades».

Por ello y por las labores de compra todos los compañeros de almacén (donde la responsable era Belén de Anta) y suministros, en torno a 25 en el Hospital de León, tuvieron que multiplicarse, queriendo Vega destacar que «toda la gente ha respondido perfectamente, se han pasado la Semana Santa en el Hospital metidos, haciendo turnos para cubrir los fines de semana, sin ninguna baja, con todos al pie del cañón mañanas y tardes... es de agradecer encontrar una disposición así».

Rosi: «Cuando lo repartías en las unidades se sorprendían e interesaban por de quién venía. Acabó convirtiendo en costumbre» Y es que desde ahí se distribuía no sólo al Hospital de León, sino también «al del Bierzo, al San Juan de Dios, La Regla, la Delegación Territorial, Atención Primaria, la UME, la Cárcel...».

Por tanto su labor era vital, aunque a veces no tan reconocida, no habiendo nunca lugar para el miedo a poder contagiarse: «Somos el aspecto logístico, el que tiene que hacer llegar el material a todos los frentes abiertos, no lo haces por un reconocimiento, lo realizas por un deber, por conciencia humana y social, son las cosas que debes hacer y las haces, por eso estoy tan contento de que todos lo entendiéramos así».

Así lo hicieron, gestionando entre otras muchas cosas esas donaciones que «desde hace semanas ya no llegan, fue sobre todo en esas primeras semanas de epidemia de marzo y en abril», pero que en su momento fueron constantes.

Aunque, si se comida se trataba, la responsabilidad pasaba a ser de cocina, donde la responsable era Rosi Galindo, que recuerda cómo «llegaron muchísimas, pero muchísimas donaciones. Lo que más llegaba eran botellas de agua, grandes y pequeñas, que eran fundamentales porque no te podías mover y las fuentes no estaban operativas, pero también embutidos, bombones, bebidas energéticas, refrescos, pizzas, fruta, leche...de todo lo que te puedas imaginar y muchas veces en palés, que teníamos la cocina llena de ellos».

Rosi: «Me sorprendió cómo se volcó hasta el Banco de Alimentos, que mandó cajas de plátanos y bombones» Así, cuando los aportes correspondían a alimentación, «llegaban directamente a la cocina. Llamaban y decían que va a llegar una donación, de qué y de quién, lo recepcionamos y lo repartíamos por todas las plantas diciendo el donante y teniendo en cuenta que llegara a todos los servicios, no hubo ni uno que se quedara sin donaciones. Lo íbamos dosificando y por ejemplo decías venga hoy este para Virgen Blanca, mañana para Princesa...».

¿Y la reacción del personal al llegarles? «Estaban muy agradecidos y sorprendidos, te decían ‘ay, qué bien’ y se interesaban por quién lo mandaba», relata Rosi, contando cómo «llegaron tantas que se acabó convirtiendo en una costumbre y algún día te preguntaban bromeando si no había hoy donaciones»; y explicando que «hay que tener en cuenta que en los momentos más difíciles en lo que menos pensaba nadie en los servicios era en la sensación de hambre ni sed ni nada, no tenías tiempo, de ahí la importancia del agua».

Cada aportación era muy bien recibida aunque, si tuviera que quedarse sólo con una, Rosi reconoce que «me sorprendió especialmente que se volcara con nosotros el Banco de Alimentos, que nos mandó más de 30 cajas de plátanos yunos bombones de edición especial de Ferrero Rocher».

Matilla: «Cosas así ayudaron a llevar mejor una situación tan difícil. Buscabas tener en cuenta a todo el mundo» Eso sí, junto a Suministros y Cocina, también era vital la labor de los celadores, que a las numerosas tareas y labores que desempeñaron también durante la epidemia unieron el reparto de las donaciones cuando llegaban en horarios fuera del de cocina y por ser alimentos perecederos había que darles salida.

«Por ejemplo un sábado a las ocho de la tarde llegaron unas pizzas, también en otra ocasión unas empanadas, y claro había que repartirlas», cuenta el jefe del servicio de celadores José Luis Matilla, explicando cómo intentaban siempre «tener en cuenta a todo el mundo, también a servicios como seguridad y limpieza, que pudiera llegar a cada uno".

«Era de agradecer que se acordaran de nosotros, incluso hubo un caso en el que se unieron un restaurante, una frutería y una carpintería y trajeron un camión con cuatro palés de agua y fruta directamente para los celadores, aunque lógicamente luego se distribuyeron entre todos", recuerda Matilla, que tiene claro que «cosas así ayudaron a llevar mejor una situación tan difícil».

Una ayuda extra y desinteresada para agradecer el apoyo de quienes batallaban en primera línea contra la enfermedad que nadie en el Hospital olvidará.
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