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Un 'ser superior' y otros egos

José Luis Gavilanes Laso
24/06/2018
 Actualizado a 18/09/2019
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Emilio Butragueño, que pasó de delantero centro del Real Madrid a director de relaciones institucionales, sostiene que su amo y señor presidente del club más copeado del mundo, Florentino Pérez (dicho sea de paso, viudo de una leonesa natural de Santas Martas), es un «ser superior». Para otros, un ‘Rey Midas’, pues, escrúpulos aparte, demuestra a cada instante ser un verdadero artífice de los negocios por convertir en oro todo lo que toca. Como muestra sólo un botón. Estando el Real Madrid en difícil situación económica, como un Mesías salvador, sobrevino Florentino para sanear las cuentas del club. Me refiero al episodio de las torres gemelas madrileñas. Éstas se construyeron sobre los terrenos de la antigua Ciudad Deportiva del Real Madrid, recalificados gracias al apoyo mayoritario del arco político municipal presidido por José María Álvarez del Manzano. Una millonaria historia feliz a la que seguirían otras de parecido calado. Y es que mientras los golazos son cosa de sus jugadores, Florentino se encarga de los ‘pelotazos’.

Si en los negocios Florentino es un águila, no menores son sus lauros pelotoneros por contar con un palmarés envidiable. Pero he aquí que tras euforia y fastos por la conquista del reciente trofeo europeo, a Florentino le ha abandonado el entrenador y dominado el ansia de buscar un sustituto a toda pastilla. Fracasados varios intentos en el extranjero, a Florentino fue a salirle el ojo por el titular de la selección española, Julen Lopetegui. Esto ha levantado un monumental escándalo, pues el vasco tenía ya contrato con la Federación Española por dos años, con una cláusula de rescisión de dos millones de euros, y a tres días de comenzar para España el campeonato del mundo en Rusia.

Lopeteguí, vencido por la ‘pasta’ y por la ‘fama’ (irá a cobrar mucho más y a entrenar al mejor club del mundo, cartero que no llama dos veces), aceptó solapadamente la oferta de Florentino, provocando que Luis Rubiales, recién estrenado como presidente de la Real Federación Español de Fútbol, ajeno a la operación y herido en su orgullo, lo destituyese fulminantemente. En las prisas de contratar entrenador, Florentino no ha echado el ojo al técnico de otro club de la competición nacional o internacional, sino al de su propio país. El Real Madrid es más que una patria. Si ahora le parece a Florentino lo más normal del mundo que Lopetegui pudiese compartir el puesto de seleccionador nacional con el de entrenador del Real Madrid, y «absurda de orgullo mal entendido» la reacción de Rubiales, sin embargo, antaño no le permitió a Mourinho, entonces entrenador madridista, simultanearlo con el de seleccionador nacional de Portugal. Y es que, moralmente, por no existir en el mundo del fútbol principio ético alguno, todo está permitido, hasta la contradicción.

Es evidente que en todo esto ha habido un cruce de egoísmos. El principal, a mi entender, el de Florentino, por anteponer su club al de su propio país, aunque con hipocresía cariñosa de nacional patriotismo. Le sigue el comportamiento desleal de Lopetegui por su falta de lealtad rompiendo un compromiso firmado. Y, por último, el de Rubiales, que humillado cual marido al que le han puesto los cuernos, antepone su despechado ego, impidiendo a Lopetegui –con un currículum de imbatibilidad tras una veintena de partidos jugados– continuar la tarea de seleccionador de España en la fase final de un campeonato del mundo. Si tuviéramos que poner un título a este peliculón, no hay duda: «Club, dinero y honor».
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