"Un pastor debe saber aún más"

Instrucción para pastores y ganaderos es un singular libro del médico y naturalista francés Daubentón, que actualizó el español Francisco González y ha recuperado Rodríguez Pascual. Este miércoles se presenta

Fulgencio Fernández
31/01/2018
 Actualizado a 18/09/2019
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En 1795, el médico y naturalista francés Louis Jean Marie Daubenton publicó una síntesis de sus trabajos científicos y divulgativos sobre un conjunto de saberes y prácticas de campo que fue el primero en reunir y dotar de sentido, dando lugar al embrión de lo que habría de ser la Zootecnia». Ése es el primer resumen, mejor el primer acercamiento, al libro que este miércoles se presenta (a las 18.30 horas, en el paraninfo Gordón Ordás de El Albéitar) con el título de ‘Instrucción para pastores y ganaderos’, y que es una ediciónfacsímil de aquella obra, con dos valiosos añadidos: la actualización y adaptación quepara su publicación en España (en 1798) realizó Francisco González, maestro de la Real Escuela de Veterinaria de Madrid y el prólogo que le ha puesto a esta edición el gran experto en temas de trashumancia y pastoreo, el leonés Manuel Rodríguez Pascual, principal culpable de esta edición. «Llevaba diez años detrás de este libro, del que no creo que haya en España más de media docena de ejemplares, hasta que localizamos uno, en mal estado, que hubo que restaurar con cuidado y me parece que se hacía obligatorio publicarlo, es una joya».

Y ha visto la luz, con la colaboración del Ministerio de Agricultura, que estará representado en el acto de hoy porJuan Manuel García Bartolomé, Jefe del Área de Mediateca del Mapama; y acompañado de Francisco A. Rojo Vázquez, Presidente de la Asociación Leonesa de Historia de la Veterinaria; Elías F. Rodríguez Ferri, Presidente de la Academia y el rabelista leonés Miguel Ángel García, que pondrá ‘música de trashumancia’.

Señala Rodríguez Pascual que «la importancia de esta obra ya radica en su autor, una figura destacada de la época, el médico y naturalista francés Louis Jean-Marie Daubenton;pero también en la traducción y las adiciones realizadas por Francisco González, maestro de la Real Escuela de Veterinaria de Madrid».

Llevaba diez años detrás de este libro, del que no debe haber en España más de seis, es una joyaDaubenton (Montbard,1716), participa conel conde de Buffon, en un ambicioso tratado de Histoire naturelle y fue el primer director del Museo Nacional de Historia Natural de París. «Su gran mérito es que fue uno de los principales responsables de la introducción y difusión del merino en Francia, en la segunda mitad del siglo XVIII. Durante casi treinta años, hasta su muerte, Daubenton estudió minuciosamente el comportamiento de esta raza y su aclimatación bajo formas de explotación diferentes a las españolas, descubriendo los efectos beneficiosos de la alimentación y del cruzamiento en la calidad de la lana», explica el leonés.

Pero la gran suerte de esta obra fue que en 1797, Manuel Godoy, consciente de que ¡«hay que elevar el nivel de conocimientos de nuestros ganaderos (además de impulsar el Semanario de Agricultura y Artes dirigido a los Párrocos: 1797-1808), disponeque Francisco González, mariscal mayor (albéitar de un regimiento de caballería) y profesor de la Real Escuela de Veterinaria de Madrid, traduzca la citada obra de Daubenton y, a la vez, la adapte a la realidad española. «La aportación de González es importantísima, será el 60% de la obra final. Y para este estudio, seinsta por real orden a González para que se desplace a Villacastín y El Espinar para entrevistarse con los mayorales de los grandes rebaños trashumantes que en esta época del año se esquilan en esa localidad. Esto es fundamental, pues todos aquellos saberes y conocimientos que estaban en la memoria de mayorales y rabadanes quedan recogidos y sistematizados, se recupera una cultura tradicional que no estaba puesta en valor pues ésta se reducía prácticamente a los caballos».

Añadió muchas actualizaciones a las 14 lecciones del médico francés, pero éstas también eran muy importantes. Sirva de ejemplo la primera, que empezaba así: «A la pregunta de ¿Cuántas cosas debe saber un buen pastor?, Daubenton responde: «Muchas más que los otros empleados en los diversos oficios del campo. Un pastor bueno debe conocer el mejor modo de apriscar o redilar su rebaño, de alimentarlo, de abrevarlo, de apacentarlo, de curar sus enfermedades, de mejorar su casta o raza y de esquilar y lavar la lana. Debe saber también hacer los apriscos, conducir y guiar su rebaño, criar y educar los perros, y espantar los lobos’; esto nos indica la complejidad de un oficio que, durante siglos, tuvo un gran prestigio y reconocimiento social».
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