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Un partido hacia el desastre

23/01/2018
 Actualizado a 11/09/2019
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Hasta sus propios correligionarios lo manifiestan ante los resultados de las elecciones catalanas y la falta de autocrítica, la alabanza del líder y la ausencia de dimisiones que clarifiquen el panorama de blandengues que nos gobiernan.

Un presidente de un país debe gobernar con decisión y valentía y en los momentos clave donde se está jugando la existencia de la nación todavía más, aunque los enanos políticos que tenga a su lado no lo crean oportuno o sean invadidos por la ambición del voto para hacerse con la caja y el sillón.

Los ciudadanos no son tontos, y cada vez menos, aunque sí pacientes y esperan al uso del voto democrático.

El político hace tiempo que piensa que la masa del pueblo es un producto manipulable y hay sectores de malos servidores de España que se han hinchado los bolsillos a base de engaños, mentiras y corrupciones sin cuento.

Al votante no se le puede tener tanto tiempo en la creencia de que incluso los suyos no pueden hacer más porque el otro partido que es el «malo de la película» le cierra el paso.

Un presidente debe tomar decisiones con garra cuando está en peligro el futuro de la nación y de los españoles. Todo lo demás son mandangas y cuando se está pensando más en encuestas y rentabilizar los votos de los demás lo mejor es dejar la poltrona, dimitir y dedicarse a lo suyo.

Las indecisiones, el mutismo, el tancredismo son actitudes óptimas en determinados tacticismos, pero lo que necesitamos es buenos gobernantes que atiendan las necesidades de una nación que aguanta demasiado.

Las equivocaciones se pagan, las lentitudes también, y no digamos las dependencias y el postureo, sobre todo cuando se deja que el enemigo se enrroque y mantenga las divisiones subvencionadas a su favor para que la propaganda, que nunca fue el plato fuerte de los peperos, y el adoctrinamiento hagan una labor sin cortapisas.

El Partido Popular se ha mecido demasiado en el columpio de la complacencia y ha hecho crecer las fuerzas anticonstitucionalistas y antisistema más de la cuenta y eso a la larga se paga.

Los autocomplacientes de tanto mirarse el ombligo pierden la perspectiva y quizás sea el tiempo de renovación y mudanza, de redecorar el marco monclovita y de que nuevas fuerzas reformadoras de verdad entren a diseñar una política que nos dé otro período de tiempo político más racional, sereno y renovador en la estructura de todo el Estado.

Creemos que los actuales inquilinos están agotados y ellos lo saben por el abuso que han hecho de la ciudadanía, apoyarse exclusivamente en la recuperación económica, los amigos de Bruselas y las reuniones del grupo Bilderberg.

Tanto abuso de los contribuyentes y tanto despropósito llegan a cansar también a los que viven opíparamente a cuenta de la masa consumidora y ya sabemos cómo se las gasta esta gente dueña del vil metal.

Te ciñes a sus objetivos, obtienes resultados o te cambian sin miramientos.

Los próximos días veremos las actitudes, las zancadillas de unos y otros, las mentiras de todo tipo y el retorcimiento de la voluntad democrática para sacar adelante un tren atorado, sin norte, averiado y empecinado en despeñarse para seguir engordando la leyenda negra de los descerebrados.
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