Un paraíso escondido

El encanto de la comarca maragata llega hasta el último de sus rincones. La Ruta del ‘Pozo de la Fervencia’, situada en el pueblo de Foncebadón, ofrece un plan natural, apto para todos los públicos

P. Ferrero
01/09/2016
 Actualizado a 19/09/2019
La ruta culmina con la llegada a la cascada, tras el ‘Prao de la Molina’. | OSCARGRAFÍAS
La ruta culmina con la llegada a la cascada, tras el ‘Prao de la Molina’. | OSCARGRAFÍAS
El encanto de la comarca maragata llega hasta el último de sus rincones. Foncebadón, perteneciente al municipio de Santa Colomba de Somoza, ofrece un plan tan mágico como económico para un día cualquiera de diversión en la provincia.

En este caso, el plan comienza con una hermosa ruta de senderismo hasta la Cascada -también denominado Pozo- de la Fervencia ‘El rumor escondido’. Una ruta de aproximadamente ocho kilómetros, accesible para todos los viandantes, y que llevará entre dos y tres horas de duración, dependiendo de las paradas que se realicen por el camino.

Dejando el coche en las inmediaciones de la Taberna de Gaia, emprendemos el viaje a pie bien desde la carretera hacia la pista forestal, en sentido contrario al Camino de Santiago. También se puede hacer, aunque es menos recomendado, desde el empinado cortafuegos.

Siguiendo el sentido de la pista forestal, a unos pocos kilómetros se puede ver el cartel que indica la dirección de la ruta. Ese camino lleva hacia una senda, casi de cuento y de gran vegetación, en la que priman, sobre todo, los robles. A pocos metros se puede ver el arroyo que guía hacia el ‘Prao de la Molina’, donde existe un cartel que especifica la fauna y la flora que habita en este bello paraje. Al lado hay un puente sobre el arroyo que hay que atravesar, y allí se pude observar también la señalización hacia el Pozo de la Fervencia, que se sitúa a unos 100 metros. Una vez en la cascada, no estaría de más hacer un parón para reponer fuerzas o simplemente para disfrutar de este pequeño paraíso natural, antes de volver a Foncebadón. Aunque la ruta es circular, también se puede desandar lo andado para acortar tiempo.

Estando ya en el pueblo, toca comer. Para ello hay una amplia variedad de restaurantes y albergues que ofrecen una extensa y económica oferta gastronómica. Mencionar, por ejemplo, el Monte Irago, situado casi a la entrada del pueblo. Allí se puede comer un bocadillo o una ensalada desde 3,50 euros, pero también ofertan platos combinados de entre 4 y 6 euros. Esta será también la opción escogida para la cena.

Ya con el estómago lleno, toca pasar la tarde visitando Foncebadón. Un pueblo con el encanto de la repoblación gracias al peregrinaje a Santiago, después de que pasara algunas décadas abandonado. Para cerrar el plan, a menos de tres kilómetros de Foncebadón está la ‘Cruz de Ferro’, una parada obligatoria para cualquier peregrino.
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