Un palacio para los peregrinos de Sendo

El Palacio de Torquemada en la Calle del Agua de Villafranca del Bierzo acoge desde el sábado en uno de sus salones una exposición de peregrinos del artista de San Justo de la Vega, Sendo. No puede haber mejor lugar para ellos

Fulgencio Fernández
16/07/2018
 Actualizado a 19/09/2019
La nueva sala de la Calle del Agua acoge la muestra ‘Quo Vadis’. | DIEGO G. APARICIO
La nueva sala de la Calle del Agua acoge la muestra ‘Quo Vadis’. | DIEGO G. APARICIO
Villafranca es otra historia. La tierra de Pereira, Mestre, Carnicer, Gilberto Ursinos, Cela, los Álvarez de Toledo, Halffter, Caro, Norberto Beberide, Primitivo Armesto y tantos otros artistas y gentes de la cultura pero también, Mestre lo decía, la de los panaderos, y campesinos, peregrinos, las gentes de los cuentos de la Cábila, las monjas de los conventos... En Villafranca arrancó el vuelo de Xardón de la mano de Lolo y Diana, allí bailaban y tocaban las gentes diversas del Fiestizaje y el mismo día y a la misma hora se inauguraba una exposición de peregrinos de Sendo, en la Calle del Agua, ¿dónde mejor?, y en un histórico palacio, el de Torquemada, cuyos nuevos han querido que alguna de sus numerosas estancias se convierta en una sala de exposiciones y de palabras.

La profesora de la Complutense madrileña Paloma de Villota, nueva dueña del palacio —animada por la fallecida pianista villafranquina Marita Caro— abrió el viernes al público las puertas de la bodega como sala de conferencias (presentaciones en este caso)y muy cerca vivían los peregrinos de Sendo, una de las señas de identidad de este gran artista de San Justo de la Vega. «Es cierto que puedo irde un tema a otro pero los peregrinos siempre están ahí, sobre todo los que regresan de Santiago y veo caminar desde mi casa, en mi pueblo». Y para los que ha colocado en pleno Camino una gran escultura que es a su vez fuente de agua fresca para ellos.

Y como a los peregrinos siempre va y viene no le faltan nunca obras dedicadas a ellos, en casa o localizadas, y por eso puede «aceptar la propuesta que me hizo el escritor Antonio Merayo de tener el privilegio de inaugurar este magnífica espacio en uno de los lugares más emblemáticos del Camino de Santiago, la Calle del Agua, de Villafranca».

‘Quo Vadis’ se llama la muestra. Merece mucho la pena por las obras, también por poder adentrarse en el corazón de este Palacio de Torquemada (nada que ver con la Inquisición), cuyos rasgos mínimos de acercamiento a su historia dicen que «fue construido en 1641 porAntonio López de Cangas y Toledo, casado en primeras nupcias con Antonia de Torquemada, constituye una muestra única del barroco leonés».

La inauguración contó con unas palabras del ya citado Antonio Merayo, quien habló de la relación entre la poesía y la pintura partiendo de la conocida locución de un gran clásico, Horacio: «Ut pictura poesis», es decir, «como la pintura así es la poesía», o «la poesía como la pintura» para llegar a unas inevitables pinceladas sobre el lugar del Camino que acoge la muestra, la singular Calle del Agua.


Reconoció Sendo, en sus palabras para contextualizar la exposición, el enorme placer que para él suponía estar allí y exponer sus obras. «Por muchas cosas, por Villafranca, por la Calle del Agua, por este impresionante edificio, por los peregrinos, por la enorme cantidad de gente que os habéis congregado aquí para una exposición y también por el viaje a reencontrarme con mi pasado como docente pues fui profesor en Villafranca en el curso 1980-81 y aunque fue una estancia breve fue muy intensa». Ydaban fe de esta circunstancia un buen número de ex alumnos que se acercarona saludar al profesor y no dudaron algunos en afirmar «que fue el mejor curso de nuestro bachillerato».

Además de los recuerdos de sus alumnos Sendo habló de otros descubrimientos en aquel lejano año 1980 que convirtieron el curso en inolvidable para él. «Desde Villafranca descubrí los Ancares, la fiesta de Fombasallá, al esperpéntico cura de Paradaseca... y también disfruté de la fiesta de la poesía, donde acudía lo más granado de la poesía leonesa. Pero no puedo olvidar las conversaciones al anochecer con Norberto Beberide, los encuentros con el gran Antonio Pereira, los intercambios epistolares con Juan Carlos Mestre o conocer al cura cantautor Alberto». No quiso olvidar a Moncho —Ramón Cela—y sus rostros penetrantes. «Y no puedo olvidar a mi ex alumno y amigo José Antonio Robés, cuya cámara Leica estrujé para retratar lo sustancial de la naturaleza. Por ello regreso emocionado, 37 años después».

Durante su estancia en Villafranca había realizado Sendo una exposición, en el Ayuntamiento, y recordar los cuadros de entonces y los que ahora muestra en Quo Vadis le permitió analizar su evolución como artista. «Entonces mis creaciones eran trepidantes, de un movimiento veloz entre el cientismo y el futurismo, lo que Gamoneda calificó de expresivismo. Hoy, con esta serie en la que vengo trabajando desde hace 15 años el movimiento se ha ralentizado, es más pausado, como requiere el caminar».
Y habló de los peregrinos, esos que retrata y con los que habla. «Son personajes anónimos; a algunos les pregunto de dónde vienen y a dónde van. A otros los imagino caminando sin destino, desheredados, deshauciados o simplemente se han echadola maleta al hombro con destino desconocido. En definitiva, es lo humano, el centro del pensamiento, caminantes que se cruzan en mi camino y apenas desvían su mirada de la ruta que les lleva a ninguna parte o a un destino programado. Caminantes que, en su mayoría, están de vuelta para descubrirse a sí mismos».
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