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Un otoño para la esperanza

09/10/2021
 Actualizado a 09/10/2021
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Fueron días duros, seguramente los más difíciles y angustiosos para todas las generaciones que nunca llegamos a vivir guerras, posguerras u otros desastres más allá de ciertas crisis económicas. Año y medio semiencerrados son muchas horas para pensar. Un tiempo en el que premeditadamente o no, cada uno acabó encontrándose a sí mismo, cambiando su escala de valores, reconociendo lo que de verdad importa.

Ahora sabemos que, a ciegas o con alevosía, parece que estamos haciendo bien las cosas. La contención de la pandemia es un hecho, lo que significa que la vacunación masiva y los tratamientos más especializados tras meses de intensas investigaciones, así como otras medidas de prevención, han funcionado. En muchas comunidades la incidencia ya es casi anecdótica, aunque un solo caso sea una hecatombe para quien lo sufre, pero podemos afirmar con orgullo que estamos venciendo.

Sería absurdo echar a volar sin la consciencia de haber aprendido. No sabemos si otro virus vendrá, si otra pandemia está cerca o lejos, pero estaríamos, en todo caso, más preparados para afrontarla. Este otoño trae su membrillo bajo el brazo, trae reencuentros muy esperados, algunos abrazos, ciertos besos, la resurrección de muchos sueños postergados.

Hoy caminando por mi barrio, me llevé un alegrón poco común. Si ya antes de la etapa covid en León contábamos con muchos locales cerrados, cada trapa un drama personal con nombres y apellidos, ahora los espacios abandonados son legión. Por eso cuando vi que se abría un pequeño estudio fotográfico en una callecita cercana a San Marcos, comprendí el poder del aleteo de las mariposas, su efecto sanador. Aún quedan valientes, soñadores, todavía hay impulso. No sé cuándo nos podremos quitar la mascarilla, pero este otoño pienso hacerme algunas fotos. La esperanza le pertenece de un modo legítimo a quien espera y nosotros hemos esperado.
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