Un olvido bañado por tres ríos

Cármenes, que este domingo celebró su Feria heredera de las dos que marcaban la vida de la comarca en el mes de octubre, es el concejo central del histórico territorio de Los Argüellos, bañado por tres ríos: Curueño, Torío y Bernesga

Fulgencio Fernández
10/10/2022
 Actualizado a 10/10/2022
La estampa más repetida en las fotos de Cármenes, con la iglesia como telón de fondo, la ‘casa del médico’ don Avelino y la tienda de Mael. | FERNANDO RUBIO
La estampa más repetida en las fotos de Cármenes, con la iglesia como telón de fondo, la ‘casa del médico’ don Avelino y la tienda de Mael. | FERNANDO RUBIO
Cármenes celebraba este domingo la XXII edición de su Feria. El propio nombre y número de la cita ya nos habla de otros tiempos, de nuevos tiempos, pues desde hace poco más de dos décadas esta fórmula sustituyó a otra que languidecía, la histórica feria de ganado, que tenía dos fechas incluso en el Calendario Zaragozano: el 4 y el 24 de octubre, la Primera y la Segunda feria, que han dado paso a este modelo de feria multisectorial en la que la presencia del ganado ya es testimonial, solo la memoria de aquellos días en los que los ganaderos de la comarca "organizaban" su año, vendía el que tenía poca hierba para alimentar durante el largo invierno que se anuncia y compraba quien vivía momentos de ver crecer su ganadería que, entonces, había en cada casa una decena de vacas, tener 20 ya era ‘de casa pudiente’.

Antes de aquellos 4 y 24 de octubre comenzaban a llegar los tratantes, de Asturias muchos, desde el amanecer llegaban vacas, caminando casi siempre y el ferial se llenaba de ganado. Seguir los tratos era todo un tratado del buen regateador, del teatro, la puja, del darse y soltarse la mano hasta el apretón definitivo y la conrobla en el bar.

- A las cuatro al cargue; decían los tratantes pudientes, que llegaban con un camión; aunque la mayoría compraba o vendía uno o dos animales, para ajustar su cuadra.
Para los chavales era un espectáculo ver cargar al camión a aquellos hombres de guardapolvos gris.

Nada que ver, ni mejor ni peor, otros tiempos, otra realidad, con una mañana de charanga y pendones, de degustación de caldereta, de puestos de artesanías locales y no tanto.
Otros tiempos.

Esa misma evolución se ve en las fotos de Fernando Rubio, que viaja al Cármenes de 1970, al verano y sus veraneantes, como se intuye en la imagen de la calle central del pueblo, llena de coches de una manera impensable en los largos meses de nieve.

Curiosamente Cármenes (y Pontedo) fue el pueblo de veraneo del niño Fernando (Rubio), fue el pueblo del niño urbano, el lugar de los recuerdos infantiles ligados a la vida diaria allí: "Los baños en las gélidas aguas del Torío, ver al carnicero (¿Tano?) dar muerte de un novillo, con un rotundo golpe de martillo en su testuz; las verbenas con sus puestos iluminados con lámparas de carburo y las orquestas sin ningún tipo de amplificación (ni falta que hacía); el autobús de Reyero; apretar el paso al caminar por delante del Cementerio al volver de noche de las fiestas de los pueblos por temor a los fuegos fatuos; ayudar? en las labores del campo, subir al trillo o llevar los animales al puerto...".
Llamativos recuerdos para un niño de ciudad. Vida diaria para los vecinos.

Reconoce Fernando Rubio que, pese a tantos años allí, no supo que aquello era Los Argüellos, de nombre antiguo de Arbolio, término recuperado por el tesón del escritor Ángel Fierro e integrado por tres ayuntamientos o concejos: La Tercia (municipio de Villamanín); La Mediana (el de Cármenes), y Valdelugueros, con capitalidad en Lugueros. Históricas tierras de realengo que han sufrido un olvido injustificable. Llamazares alertó sobre ‘El río del Olvido’ y el Curueño se asomó al escaparate; la Tercia creció a la orilla del tren y el paso hacia Asturias y así salió del ostracismo. La Mediana, Cármenes, sin paso hacia Asturias por el Puerto de Piedrafita, rumia su olvido, tan incomprensible como el de lugares tan emblemáticos como las minas prerromanas de La Profunda y La Divina Providencia. En esta última ‘vive y crece’ la villamaninita, un mineral único en el mundo que, como decía el experto Manuel Bayón, "en cualquier otro lugar del mundo sería un centro que irradia actividad".

En aquellos años setenta de las fotos la vida aún era intensa. Muchos ganaderos, los primeros veraneantes, aún había minas y mineros, fraguas, panaderos, tiendas, personajes y varias cantinas en las que se practicaba el deporte más viejo, la partida de tute, que como cualquier espectáculo se completaba con la presencia de espectadores.
Otros tiempos, otras vivencias y hasta otras gentes en un lugar donde hasta los perros tienen historia, algún día os cuento la del Can Can.
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