10/09/2020
 Actualizado a 10/09/2020
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Ya sé que es muy difícil aislarse y abstraerse de la realidad que estamos viviendo este año en el comienzo de curso. Ya sé que los equipos directivos de los centros hoy echan humo por problemas de espacios, grupos, cupos y horarios. Ya sé que en este momento todo está envuelto y rodeado por la pandemia y resulta casi imposible separarse y enajenarse de ella. Ya sé que el tema de conversación en toda España y la principal preocupación para millones de hogares hoy es la vuelta a los colegios de nuestros alumnos estos días que, a su vez, se ha convertido en un ‘reto’ para comprobar si la sociedad española será capaz de ganarle la batalla al virus. Lo sé bien, pero en todos mis artículos este ha sido el tema estrella y posiblemente los lectores ya se cansan de que les ‘machaquemos’ siempre con lo mismo. Hoy me he hecho el propósito de hablar del nuevo curso en general sin tener en cuenta para nada la situación sanitaria que se está viviendo este año. Hablaré del nuevo curso pasando olímpicamente de la pandemia, como si esta no existiera.

10 de septiembre. Final del verano y comienzo de un nuevo curso. Se ha acabado el periodo de vacaciones y las rutinas veraniegas. Cambian los horarios y los hábitos. Esta transformación necesita una buena preparación para todos, para los alumnos y sus padres, y también para los profesores.

Para el alumno cada nuevo curso supone un reto. Nuevos profesores, nuevas materias, nuevas aulas, nuevos horarios, nuevos compañeros. Tiene que acomodarse y habituarse a tantas novedades y tiene que hacerlo pronto para no perder demasiado tiempo al principio. Además, viene mal acostumbrado del verano: organización, control de horarios o uso del móvil. Ahora, con la ayuda de sus padres, tienen que equiparse para el curso con material escolar y libros de texto. También deberán organizar las actividades de tarde: algún deporte, clases de inglés o música en el conservatorio. Por último, sería recomendable una reunión de familia para cortar y pactar la adición al uso de móviles o videojuegos adquirida en el verano. Deben quedar claros los límites del uso de estos juegos ya que puede llegar a interferir de forma importante en el área académica, personal o familiar.

Recuerdo perfectamente el día de apertura de curso y el momento de encajar a cada alumno en su grupo, especialmente en la ESO. El equipo directivo y el departamento de orientación han dedicado mucho tiempo a organizar los grupos siguiendo los criterios pactados, como los informes del colegio de origen, las optativas solicitadas, el alumnado con Necesidades Específicas de Apoyo Educativo, el reparto igualitario de repetidores por clase, los alumnos con problemas de conducta, el máximo equilibrio posible en las notas. El objetivo es que los grupos sean lo más proporcionados e iguales posible.

Parece que todo había quedado niquelado, pero todo se rompe en la apertura de curso cuando los alumnos conocen a sus nuevos compañeros, a su tutor y a sus profesores. Un porcentaje muy alto solicita el cambio de grupo y ayudados por sus padres presentan solicitudes muy fundamentadas sobre las incompatibilidades y los traumas por los que es imprescindible el cambio de grupo para sus hijos. En la solicitud se detallan los motivos de la petición y todos parece que están debidamente justificados. Toda la noche redactando la solicitud en total sintonía padres y alumnos para liberarse de aquel compañero incompatible o aquel profesor exigente.

El conflicto es serio porque si se aceptan todas las solicitudes se desajustarán los grupos y las consecuencias pueden ser graves e irremediables. Pero si no se acepta ningún cambio podemos cometer injusticias y problemas de depresión o acoso. En mi opinión esa decisión del equipo directivo es muy seria e importante. Es fundamental ajustar bien los grupos y encajar convenientemente a cada alumno en su aula.

Para los profesores el nuevo curso también supone un desafío. Nuevos alumnos, nuevas asignaturas y cursos, nuevos horarios. Todo se pacta y se aprueba en la sesión del claustro de comienzo de curso. Los equipos directivos asignan a cada departamento su trabajo. Y a continuación tendrán lugar las reuniones de los seminarios para repartirse la tarea. Esa reunión es muy importante. De la armonía de los profesores del departamento en esa reunión va a depender la convivencia de los mismos a lo largo del curso. Algo similar ocurre con los horarios del instituto. Si existen diferencias significativas en los horarios de los profesores va a ser muy difícil para el equipo directivo lograr la paz y concordia a lo largo del curso. El trabajo de un instituto es como una gran tarta que hay que repartir a partes iguales, lo más iguales posible, entre todos los profesores del centro. Si uno come demasiado el otro pasa hambre. En el reparto entran no sólo horas de clase sino también tutorías, guardias, recreos, recuperaciones, tardes, apoyos, etc. Este curso aún se complican más los horarios al reducir las ratios y tener que desdoblar grupos. Aumentará el cupo del profesorado en más de ochocientos profesores en Castilla y León. Será muy difícil la confección de horarios, pero es importante hacerlo lo mejor posible. Hace unos años me convocaron a una comisión para realizar un informe sobre un centro de la comunidad, fuera de la provincia de León, en el que había problemas de convivencia entre los profesores. En la primera reunión con la inspectora le pedí los horarios. En sólo diez minutos pude darme cuenta de que, de los sesenta profesores, cinco gozaban de un maravilloso reparto y otros cinco de lo contrario. Cuando pregunté a la inspectora qué pasaba con estos dos grupos ella me respondió inmediatamente: «Ahí está la clave». La diferencia de horarios es el origen de la mayoría de los conflictos a lo largo del curso. Es muy probable que este curso los horarios sean malos en general por la situación que vivimos. Esto lo entenderán y lo aceptarán con resignación todos los claustros. Lo que no van a soportar son los privilegios y diferencias clamorosas. Es fundamental la habilidad y buen tino del equipo directivo para lograr un reparto lo más equilibrado posible. Si se ajustan bien las piezas al principio, el curso irá sobre ruedas, de lo contrario todo serán problemas, conflictos y quebraderos de cabeza.
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