Un ‘Nabucco’ en honor a Visconti

En su montaje de la tragedia de Verdi para la Arena de Verona, el director Arnaud Bernard rinde homenaje al cineasta italiano. Este jueves se exhibe en los Cines Van Gogh de la capital

Javier Heras
07/10/2021
 Actualizado a 07/10/2021
El espectacular escenografía para la ópera ‘Babucco’ en la Arena de Verona.
El espectacular escenografía para la ópera ‘Babucco’ en la Arena de Verona.
La impresionante primera escena de ‘Senso’ (1954), de Luchino Visconti, arranca en La Fenice de Venecia a mediados del siglo XIX. Con la república bajo el control austriaco, una representación de ‘Il Trovatore’ exalta al público, que lanza papeletas con los colores de la bandera italiana y pide a gritos la expulsión del invasor. En 2017, el regista Arnaud Bernard rindió homenaje al cineasta para su producción de ‘Nabucco’ en la Arena de Verona.

Tiene sentido: si Verdi suele asociarse al fervor patriótico del Risorgimento, ningún título tuvo más peso político que éste. Al fin y al cabo, el argumento trata de un pueblo oprimido por la tiranía de un ejército extranjero: los babilonios de Nabucodonosor II ocuparon Jerusalén en el siglo VI a.C. y desterraron a los hebreos. La nostalgia del hogar perdido parecía una analogía de lo que vivía Italia en ese momento. De hecho, el coro ‘Va pensiero’ se convirtió en un símbolo de la resistencia y casi en un himno nacional desde su estreno en 1842.

Bernard (1966), que ha trabajado en teatros como Nápoles, San Petersburgo o Montecarlo, regresaba a Verona, el prestigioso festival de verano –con su anfiteatro romano del siglo I– donde había triunfado con ‘La Bohème’ en 2005. El montaje de 'Nabucco' no se sitúa en la antigüedad, sino en la Italia de 1848. En concreto, durante los Cinco Días de Milán, cuando los rebeldes se levantaron en armas contra el imperio austriaco, igual que hacen los esclavos judíos en el libreto de Temistocle Solera (Attila, I lombardi).

Con el israelí Daniel Oren al frente de la orquesta y un elenco sólido de cantantes, ‘Nabucco’ se proyectará en Cines Van Gogh este a las 20.00 horas. Las salas leonesas rematan así un mes dedicado a la lírica al aire libre, espectacular y lúdica, como aperitivo de la nueva temporada de ópera propiamente dicha. A partir de ahora, volverán a retransmitir en directo desde los escenarios más destacados del mundo, de La Scala de Milán a Covent Garden en Londres, en su reapertura después de año y medio de pandemia.

«Con ‘Nabucco’ puede afirmarse realmente que mi carrera ha comenzado», escribió Verdi. En efecto, es el principio de todo: de su idilio con el público, de su romance con la soprano Giuseppina Strepponi (que encarnó a la primera Abigail, un papel temible) y, sobre todo, de su estilo musical, que impactó al mundo antes incluso del estreno. Lo relataba una crónica: «Era tan nueva, tan desconocida, tan rápida, que durante los ensayos los operarios, pintores, maquinistas, abandonaban sus tareas para mirar boquiabiertos».

Hoy, aunque nos parezca el trabajo de un joven a medio formar (con influencias claras de Donizetti o Rossini), sigue sorprendiendo por la energía de la orquesta, de un tamaño nunca visto, o por el desarrollo directo de la acción, sin tiempo para esos despliegues de virtuosismo propios del bel canto. Aunque la clave reside en su dramatismo. El genio de Busseto llevaba el teatro en la sangre. «Solitario por naturaleza, encontró una manera de hablarle al mundo. Con él, recuperamos el sentido de pertenencia», señala el crítico Alex Ross. Las melodías sencillas, pegadizas, de inspiración inagotable (‘Dio di Giuda’, para el barítono, o ‘Tu sul labbro’, del bajo), conmueven por su carga de melancolía.

Probablemente nació de su dolor: su primera esposa y sus dos hijos habían fallecido en una epidemia poco antes.
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