Un mundo extrañamente hermoso

Bruno Marcos escribe sobre la exposición fotográfica 'Mother India' de Raghu Rai, que se podrá ver hasta el 17 de marzo en el Ateneo Cultural El Albéitar

Bruno Marcos
16/02/2023
 Actualizado a 16/02/2023
‘Entre las diosas’. Calcuta. Raghu Rai. 1991. | RAGHU RAI
‘Entre las diosas’. Calcuta. Raghu Rai. 1991. | RAGHU RAI
Escribe Orhan Pamuk, en el monumental libro dedicado a su ciudad, que se sintió siempre más identificado con los textos de los autores de paso por Estambul que con los escritores turcos y, dentro de los extranjeros, con Nerval y, sobre todo, Gautier, quien percibió el ocaso del imperio otomano y la amargura de la histórica urbe recorriendo los callejones oscuros y las ruinas.

Es muy posible que para retratar bien un espacio en un tiempo determinado haya que sentirse extraño, mirarlo como si uno no formase parte de él y encontrar todo lo que nos debería resultar familiar como raro.

En la exposición ‘Mother India’, que se podrá visitar hasta el 17 de marzo en la sala de El Albéitar, se presenta una extensa serie de imágenes que muestran el que seguramente sea el lugar más fotogénico del planeta, la India, fotografiado por Raghu Rai, originario de esa región del mundo. Rai es indio y su mirada no es del todo complaciente, tampoco busca exclusivamente denunciar la dura realidad de su país, muchas de las escenas que recoge pudieran parecer idílicas, un costumbrismo poetizado que se alimenta en el gran manantial estético de la India y que cautiva al espectador occidental como algo pintoresco, diferente y lejano.

El veterano fotógrafo hizo reportajes sobre dramas como el de Bhopal, en el que varias toneladas de gas se escaparon sobre la población causando miles de muertos y heridos, pero parece mostrar casi siempre lo trágico de una manera elíptica, nada escabrosa. Realizó una serie sobre Teresa de Calcuta sin que se vean apenas los problemas contra los que trabajó sino el destino de su caridad en forma de amor hacia la infancia. En una de las fotografías más inquietantes de esta muestra, aparece la misionera en una vitrina hecha estatua hiperrealista junto a otras monjas de su orden casi indiferenciables, en una instantánea que estilísticamente recuerda a los pictorialistas del siglo XIX y principios del XX.

Raghu Rai, a lo largo de sus más de seis décadas de trabajo, ha pulsado el botón de la cámara con naturalidad, rehuyendo de la habitual estetización de la pobreza y del tremendismo que compite por unos pocos segundos de atención en la cada vez más infinita iconosfera. Son las suyas fotografías no urgentes sino esenciales, composiciones que no denuncian sino que muestran; algo que necesitamos ante la saturación generalizada de imágenes efímeras en la que vivimos: otras imágenes: las que se paran, las que nos transportan. Es muy probable que en la mayoría de estas fotografías lo que haya es un deseo de extraer la belleza de la vida, un instante en la mirada que encuentra el mundo extrañamente hermoso.
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