Un mundo en botas de goma

26/04/2018
 Actualizado a 17/09/2019
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Bien podría ser la foto de hoy un 'elogio de la madreña', conociendo qué es lo que ocurría en el momento de hacerla. Estaba buena tarde en Pola de Gordón cuando un chaparrón hizo su irrupción. Alain salió en busca de los animales de su circo familia, que pastaban en un huerto cercano y a su regreso dejó a la puerta las botas, en las que le había entrado el agua.

Ahí aparece la magia de las viejas madreñas, la pervivencia en la memoria de este calzado que ofrece una ventaja que ningún otro iguala. Llegas a casa, dejas las madreñas en el portalón y entras tranquilamente con las zapatillas de felpa, sin temor a ninguna bronca porque pones perdido el suelo recién fregado.

Pero, la verdad, no veo a un artista de circo francés en madreñas por las montañas de León. Está bien con sus botas este ‘encabezao’ de un circo que es una familia, sólo una familia, la pareja y dos chavales, que llevan todo su mundo en una caravana y un pequeño camión.

Bien es cierto que, en los tiempos que corren, les podían echar en cara que pese a los dibujos de leones y elefantes al final la presencia de animales se reduce a una cabra y dos ponis. Pero ése es otro asunto porque, además, no es engaño;es simplemente la constatación de que hubo otros tiempos, de que también esta pequeña familia perteneció a la gran familia, a la del circo, que llevan muchas generaciones bajo la carpa y han visto cómo pasaron de una caravana de jaulas y animales... a una caravana familiar que les lleva de plaza en plaza.

Con botas de goma para la lluvia y sin más paraguas que el techo con goteras de una carpa.
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