Un menú a domicilio a base de responsabilidad, ilusión y esperanza

El Restaurante Chamu de Bercianos del Páramo reabrió en febrero de la mano de la empresa iRiego y ahora siguen funcionando pero para llevar gratis a casa la comida a los mayores de la comarca

T. Giganto
05/04/2020
 Actualizado a 05/04/2020
Sindy prepara el menú en las cocinas del Restaurante Chamu en Bercianos del Páramo que se reabrió en febrero. | FOTOGRAFÍA MAURICIO PEÑA
Sindy prepara el menú en las cocinas del Restaurante Chamu en Bercianos del Páramo que se reabrió en febrero. | FOTOGRAFÍA MAURICIO PEÑA
Nadie tiene la receta para llenar las calles de los pueblos de gente. Muchos barruntan algún que otro ingrediente que le puede venir bien a la fórmula, pero de ningún fogón ha salido todavía el plato en su punto para ser servido. Pero mientras haya buenos cocineros, hay esperanza. Mucha le ponen en los fogones del Restaurante Chamu de Bercianos del Páramo. La empresa iRiego, con sede en Santa María del Páramo, reabrió este establecimiento hostelero en el mes de febrero. Servían la ilusión en grandes cantidades, como todo proyecto que acaba de echar a andar y que mira al futuro con ganas. El estado de alarma amagó con dejar dormir las cazuelas hasta ese momento que se espera con tanta ansia y que ya se llama popularmente "cuando todo pase". Pero lo de Paco Fernández, director general de esta empresa dedicada a la gestión del regadío en el Páramo y ahora también en otras zonas de España, no es quedarse de brazos cruzados. Algo se le tenía que ocurrir para devolver a la comarca un poco de lo que tanto le ha dado a él. Tirando de la responsabilidad, otro ingrediente del que andan sobrados, pensó que la cocina del Restaurante Chamu de Bercianos podía seguir funcionando para que desde ella saliese la comida rumbo a las casas de tantos mayores como hay en la zona para hacer más llevadero el confinamiento y más seguro para uno de los colectivos más vulnerables a la crisis sanitaria provocada por el Covid-19.

La empresa iRiego reabrió en febrero el Restaurante Chamu en su empeño por dar vida al medio ruralNo se sirve comida si no hay comensales. Con que hubo que buscarlos, dar a conocer este servicio gratuito que busca evitar que los más mayores tengan que salir de casa para hacer la compra. Contactaron con los ayuntamientos de 37 pueblos del Páramo Alto y Medio y pronto se fueron adhiriendo a la iniciativa unos cuantos comensales. «Al principio algo tímidos, les costaba pedir ayuda. Nos llaman sobre todo hijos de personas que viven solas en el pueblo. Ellos están lejos y preocupados y ahí es cuando vamos nosotros y les llevamos la comida para que esta no les falte, para que no se expongan y para que todos estemos más tranquilos», explica Lorena, trabajadora de iRiego que cuenta que ya son más de 20 las personas que reciben a la hora de comer un primero, un segundo y un postre que sale de las cocinas del Restaurante Chamu. En el teléfono 987 799 108 siguen atendiendo las llamadas de aquellos que estén interesados en recibir este servicio.

Las mesas están dispuestas en un comedor al que entra tímida la luz a través de un ventanal. No queda mucho para la hora de comer pero no hay más que platos vacíos y ni rastro de la vida que había recuperado el local en el mes de febrero. Lo que sí hay es ruido de cazuelas al fondo, tras una puerta doble donde hay movimiento y mucha vida, la que Sindy le da a unos fogones que no deja de atender ni un momento para llegar a tiempo con las entregas que ella misma realiza.
– ¿Qué toca hoy de menú?
– Patatas con costilla y huevos rellenos, contesta la jefa de la cocina con una voz vital ensordecida por la mascarilla con la que se cubre la boca.

La cocinera que ríe con los ojos

Armada de unos guantes ultima el relleno de los huevos. "Procuramos que sea comida variada y que sean platos que puedan comer bien. Mira, por ejemplo, las natillas se las hago con sacarina para que no tengan problema", explica Sindy sin descuidar una tarea en la que se desenvuelve con la soltura que da toda una vida dedicada a los fogones. "Esto lo conozco desde que tengo 10 años que mi madre era cocinera", cuenta mientras va disponiendo en bolsas la ración de cada comensal. "Si ves qué contentos se ponen cuando llego... Alguno es que solo me ve a mí en todo el día, entonces aprovechan y siempre hablamos algo", explica Sindy. Los mayores a los que lleva la comida ya han cogido la rutina y por eso la esperan con la puerta entreabierta y atentos a la ventana para ver llegar al coche. "Tienen miedo, muchos son ya muy mayores y es normal... Yo mira, la comida se la llevo ya hasta caliente y recién hecha para no darles mucho que hacer a ellos", explica con vitalidad.

Sindy fue regente del Restaurante Chamu, que también es hostal, «toda la vida». Lo dejó y fue otra familia la que se hizo cargo del negocio, pero al paso de unos pocos meses lo cerraron y fue cuando Paco Fernández, de iRiego, decidió darle otra oportunidad a un local que tras cerrar «dejó un poco triste el pueblo acostumbrado al ajetreo del restaurante». Para la aventura contó con Sindy, quien mejor conoce esas cocinas y en quien ahora ha confiado para atender a los mayores del Páramo. Sobre la una empieza el reparto por Valdevimbre, Villagallegos, San Pedro... Ahora no va a Santa María del Páramo pues allí cuenta con la colaboración de los voluntarios de la Agrupación Local de Protección Civil que le echan una mano. Ellos se acercan a Bercianos a recoger las raciones que han de repartir. "Es gratificante que se haya sumado gente a esta iniciativa. Por ejemplo la empresa de La Mejor Alubia nos ha traído legumbres y ahora llegará Gabriel, de la Asociación de Ganaderos y Agricultores Ecológicos de León (Agrele) para traernos verdura. La producción en el campo no para pero ahora como no hay mercados no dan salida a todo el producto y nos los donan", explica Lorena. Y llega Gabriel con una furgoneta cargada de verdura desde Matalobos del Páramo para contribuir a la causa. "Si necesitáis algo más me decís. Ya os traeré también patatas", le dice a Sindy que agradecida empieza ya a hacer planes para el menú de los próximos días en vista a las cajas colmadas de repollos, cebolletas, cardo y sin fin de productos que alimentarán sus pucheros. El menú lo planifica el día antes y su jornada empieza a las sobre las ocho y media. Ella el confinamiento lo lleva "muy bien". "Por las mañanas entretenida con esto, y por las tardes me dedico a coser, a leer, a tejer, a hacer deporte y a hablar con los nietos por el ordenador", cuenta. "Y a las ocho salimos a aplaudir a la ventana y ponemos hasta el ‘Resistiré’", incide. Cariñosamente Sindy llama ‘abuelines’ a quienes llevan la comida a casa, el mismo cariño que le pone al reparto que empieza por la casa de un matrimonio de Valdevimbre.
– ¿Qué tal la comida que les hace Sindy?
– Muy buena, da gusto. Es buena cocinera, afirma sonriendo mientras recoge las bolsas que ella les deja a la puerta de casa sobre una bandeja de plástico.

Sindy también sonríe. A ella no se le ve la sonrisa pero esta se le intuye en los ojos y le agradece el cumplido antes de pedirle que tengan cuidado. Se despide hasta mañana y pone rumbo a la siguiente casa. Allí le espera un hombre de 84 años que es el primer día que disfruta de un servicio que también recibe con alegría. "Esto que estamos viviendo... ¡qué se yo! Con tantos años como tengo he vivido mucho, ¿no sabes? Vi como cuando éramos pequeños uno llevaba un trozo de pan y otros comían las migas que se le caían... No sé yo esto...", dice apesadumbrado no sin unas palabras de esperanza de Sindy para despedirse y poner rumbo a la siguiente entrega. Él no entra hasta que no ve desaparecer su coche por la calle...

– ¡Ay! Son muy agradecidos. Muchos se extrañan de que les llevemos la comida gratis. Quieren pagarnos, no les entra en la cabeza de que no, que nosotros esto lo hacemos por ellos y no queremos dinero ninguno. Mira, un hombre de Santa María del Páramo me dijo el otro día cuando le fui a llevar al comida: "Pero... ¿y cómo te vamos a pagar nosotros todo esto?". Y ya le dije: "¿Sabes cómo me lo vas a pagar? Con un buen abrazo cuando pase todo esto. Hale".

Lo cuenta Sindy con esa sonrisa que se intuye por encima de la mascarilla mientras anhela volver a ver el comedor del Restaurante Chamu lleno de comensales y con todos esos mayores a los que hoy da de comer con sus rutinas recuperadas, abrazando a los nietos, dando vida a sus pueblos...
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