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Un mal comienzo

04/07/2019
 Actualizado a 18/09/2019
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Comenzó la era de la transparencia y la regeneración mesiánica en Castilla y León con un acto translúcido que no anuncia nada nuevo. La solemne firma del acuerdo de Gobierno entre PP y Ciudadanos se organizó despreciando a los profesionales de los medios de comunicación. El sitio reservado para los periodistas era las últimas filas de la sala, lejos de los protagonistas y detrás de decenas de cargos de ambas formaciones. Rúbrica y aplausos. Banderas de fondo. Intervenciones de Alfonso Fernández Mañueco y Francisco Igea, pero nada de preguntas. Qué dudas van a surgir ante la segunda vez en la historia de un gobierno de coalición en la comunidad autónoma, después de un mes intenso de negociaciones, con Igea besando sapos que lo han acabado convirtiendo en príncipe. Con líneas rojas flexibles, repartos de instituciones frustrados y la búsqueda de un equilibrio táctico de poder que dure cuatro años.

Es la bendita condena del periodismo que el altavoz viene realmente bien en la oposición y en campaña pero molesta cuando se gobierna. Hay periodistas que a veces preguntan, y a veces provocan situaciones incómodas. Era el primer día, concedamos el beneficio de la duda. Es cierto que Igea acabó estrenando portavocía atendiendo en el pasillo tras la razonable tormenta de protestas de los compañeros allí presentes. Pero a la sociedad se la responde desde las tribunas y los atriles, y no en las esquinas de los pasillos por amplios que sean los de las Cortes. Puede además que hayan cogido el hábito de la longaniza de campañas electorales y organizaron la firma como un mitin más de las decenas que nos trajo la primavera. Con los políticos bien delante, aplaudiendo fuerte. La prensa lejos, que solo escuchen las consignas. Con los emisarios nacionales respaldado a los todavía candidatos. Autoterapia para convencidos.

Citó Igea a Churchill: «Esto no es el fin, ni siquiera el principio del fin, sino solamente el final del principio». No estoy seguro que si ha sido un buen final, o el único posible. Desde luego no ha sido un buen principio.
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