Un lustro alimentando el alma

El Museo de la Industria Harinera (Mihacale) de Gordoncillo ha cumplido este verano su quinto año con las puertas abiertas tras un largo y laborioso proceso de puesta a punto del continente que se ha traducido en un importante contenido que ha logrado sumar ya más de 25.000 visitas en un lustro

T.G.
22/08/2019
 Actualizado a 19/09/2019
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Fue en el verano de 2014 cuando Gordoncillo vio culminado un proyecto que había ido cocinando a fuego lento durante años. Tratamientos de madera, rehabilitación del tapial, búsqueda y puesta apunto de la vieja maquinaria, acondicionamiento del entorno... El continente estaba listo y el contenido estaba por llegar. La fábrica de harinas ‘Marina Luz’ volvió a llenarse de vida y su Panera comenzó de nuevo a servir de almacén. Aunque no era trigo lo que guardaba ni harina lo que producía la factoría. «Lo que nació para alimentar el cuerpo, que ahora sirva para alimentar el alma a través de la cultura», pronunciaron el día de su inauguración. Y de aquello se cumple ya un lustro, cinco años llenos de recuerdos y de actividad con la suma de más de 25.000 visitantes.

Fue en agosto de 2014 cuando el Museo de la Industria Harinera de Castilla y León (Mihacale) de Gordoncillo abrió sus puertas ante una gran expectación que no ha decaído, pues siguen contándose por miles los que cada año acuden a unas instalaciones culturales que nacieron con el propósito de dinamizar el sur de León. Las cifras dan muestra de la importante actividad desarrollada. Hasta el 31 de julio de 2019 el Mihacale ha recibido un total de 25.763 visitantes, resultando un promedio de 5.000 al año que «si bien puede parecer una cifra no muy elevada, sí es muy importante para una zona con carencia de redes turísticas, ya que no estamos en una ruta habitual o una zona monumental, por lo que atraer visitas a Gordoncillo no es fácil», asegura el responsable del museo, Javier Revilla Casado.

«El propósito del Mihacale es consolidarse y crecer, tendiendo puentes con atractivos cercanos como la Bodega Gordonzello, el Museo del Pan de Mayorga, el Conjunto Histórico de Valderas, varios museos de Valencia de Don Juan…», apunta Revilla, convencido de que «el turista cultural no suele desplazarse para ver sólo un bien, quiere aprovechar el viaje para ver varias cosas y para ello es necesaria una buena coordinación». «Articular una red comarcal de patrimonio cultural es una prioridad», incide.

Mucho más que un museo

En estos 5 años, además de los miles de visitantes que han conocido la harinera mediante visitas guiadas, por el Mihacale han pasado 26 exposiciones temporales de gran nivel. De las paredes de tierra de La Panera, que junto a su cubierta original de madera alberga una gran sala de exposiciones, han colgado un total de 1.214 obras realizadas por 189 artistas diferentes. La última, y que aún se puede contemplar, es la retrospectiva del pintor leonés ManoloSierra, cuya obra está vinculada a Gordoncillo por tener varios murales suyos en las calles de la localidad.

En la primera planta de la Panera del Mihacale hay un auditoría por el que ya han pasado numerosos artistas. Teatro, conciertos, conferencias, asambleas, recitales, proyecciones de cine... En total por las tablas de su escenario han pasado 130 actuaciones y eventos. Precisamente el pasado martes 13 de agosto y como acto conmemorativo del quinto aniversario del Mihacale, albergó un extraordinario concierto organizado por el Ayuntamiento de Gordoncillo y el Instituto Leonés de Cultura de la Diputación de León. El encargado de musicalizar el acto fue el compositor Jesús Nava (Avan-J), natural de Cabreros del Río y residente en Valencia de Don Juan, acompañado para la ocasión de otros cinco músicos.

Aquella noche quedó para el recuerdo de quienes asistieron al evento como también han quedado allí atesorados bonitos momentos de quienes han traspasado las puertas del Mihacale en su segunda vida. Fue el caso de Pilar Álvarez quien de niña había cosido quilmas para ‘Marina Luz’ y de mayor volvió a ella para contemplar la reforma. No escuchó las máquinas funcionando ni tampoco se manchó con el polvo de la molienda. La vieja fábrica ya no alimentaba el cuerpo, ahora alimenta el alma.
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