Un lugar entre el viento y la tierra

En el corazón de Laciana, una de las siete reservas de la Biosfera con las que cuenta la provincia de León, es el paraje que hoy nos descubre la joven escritora de Villablino Mercedes Fisteus, con invitación expresa para acercarnos a conocerlo de primera mano

Mercedes G. Rojo
30/08/2022
 Actualizado a 30/08/2022
Otra perspectiva de las vistas de la braña de Buenverde :: M. FISTEUS
Otra perspectiva de las vistas de la braña de Buenverde :: M. FISTEUS
Nos vamos acercando al final de la serie discurriendo de una manera un tanto inhabitual por nuestros hermosos territorios. Desde las tierras cepedanas que visitábamos la pasada semana, continuamos recorrido  de nuevo en dirección al norte de la provincia,  siguiendo el llamado de los paisajes que se concentran en algunas de las siete reservas de la Biosfera con las que contamos en León. De hecho, desde la Alta Cepeda desembocamos directamente en la primera de las dos que hoy vamos a atravesar hasta llegar a nuestro destino. Se trata de la Reserva de los Valles de Omaña y Luna, la más extensa de todo nuestro territorio, que sirve de zona fronteriza entre el área climática mediterránea y la atlántica, ofreciéndonos una gran diversidad tanto natural como cultural.  La serpenteante carretera llena de constantes desniveles, nos obligará a reducir nuestra marcha y a disfrutar de la masas forestales repletas de robles melojos, abedules, sabinas y otros ejemplos de la flora mediterránea que  irán acompañando nuestro paso por los distintos municipios que vamos atravesando, lleno del sonido del viento, de los pájaros y de las múltiples corrientes de agua que nos encontramos, en medio de un paisaje que nos muestra también una rica huella histórica, mientras avanzamos en busca de nuestro particular destino de hoy. Está este  enclavado en la segunda de las reservas de la biosfera por la que hoy transitarán nuestros pasos, la reserva del valle de Laciana, dejando a nuestra espalda la también reserva de Babia, otra de las rutas de acceso que podríamos haber utilizado para llegar a nuestro destino, si no nos hubiésemos empeñado en seguir la zigzagueante ruta marcada por la selección de escritoras que han decidido compartir con nosotros sus lugares favoritos.

Está nuestra comarca de destino ubicada al norte de la provincia, en la cabecera del río Sil, en un espacio que, abandonada ya la mina, se caracteriza hoy por el compromiso adquirido por las poblaciones existentes en él para encontrar formas de desarrollo alternativas, especialmente relacionadas con el turismo de naturaleza y activo, respetuosas con el medio ambiente, hasta tal punto  que todo este territorio ha adquirido una gran importancia en la conservación del oso pardo y el urogallo, dos especies francamente comprometidas de nuestro país, en especial el urogallo, que se encuentra en un verdadero peligro de extinción.
Son numerosas y muy diversas las propuestas de turismo activo que hoy podemos encontrarnos en la zona, también durante las distintas épocas del año, propuestas que vienen acompañadas de la posibilidad de disfrutar de una magnífica gastronomía. Nos acercaremos hoy a la misma a través de los ojo de una jovencísima escritora de la zona, y dejamos a su curiosidad la posibilidad  de buscar otros lugares de los que disfrutar en la misma.

Los jóvenes ojos que nos la descubren

Mercedes Fisteus es una joven escritora de Villablino, profundamente enamorada de su tierra a la que ha vuelto mientras prepara su futuro profesional en el mundo de las leyes.  Iniciada en el camino de la literatura atesorando algunos premios infantiles, reconoce sentirse inspirada por las múltiples facetas que representa la vida en la montaña, con especial atención a la que un día fue. En 2019, con apenas 24 años, debutó en el mundo de la edición con su novela Dentro de dos años, premiada en el certamen Ateneo Joven de Sevilla del año 2019, que combina la mirada que le proporcionan sus estudios y sus aspiraciones profesionales, con el amor a la literatura y a una parte de la historia de las mujeres que también tiene una especial presencia en su tierra, la de las brujas. En estos momentos, participa activamente en el blog MasticadoresFEM, dedicado a visibilizar la presencia femenina en todos los sectores de la sociedad a través de todos los tiempos, donde pueden seguir muchos de sus escritos, y continúa dedicada  a la labor de crear, tarea que compagina con la impartición de cursos centrados en las leyes laborales y el emprendimiento rural, la literatura, las leyendas, la tradición oral y la figura de las brujas en el imaginario popular, seres que ya trató en su citada novela. Así que les invito a que la descubran y a que no la pierdan de vista. 


Un rincón inspirador

Aunque nuestra compañera Mercedes Fisteus  escribiera para nosotros este acercamiento a un lugar tan especial para ella  cuando el verano apenas estaba en sus comienzos, una visita a tierras lacianiegas siempre es recomendable en cualquier época del año. Créanme, lo digo por experiencia propia. Como en la mayoría de nuestras comarcas, el efecto de las estaciones tiene un sobre cada territorio una especial incidencia, capaz de ponernos de manifiesto bellezas diferentes. Ahora solo falta que adapten su visita a su época preferida y la recorran dejándose subyugar por sus diferentes encantos. Esta es la particular visión con que M. Fisteus nos incita a dicho recorrido por su particular rincón.

La inspiración en las alturas: Buenverde

Ahora que se acerca el verano, para mí no hay mejor plan que recorrer todo el mapa local de montes, caminos de puentes rotos, molinos, agua brillante, rastros de frutos rojos y banda sonora de píos. Concretamente, yo tengo un sitio al que volver: la braña de Buenverde, en el pueblo de Villager de Laciana. Puede ser perfectamente la más impresionante de toda la zona del Alto Sil, y  desde luego, donde mejor se pueden apreciar los comienzos de un pueblo mágico que se asentó entre el viento y la tierra, allí donde ni uno ni otro reinan del todo.

En las montañas de León todavía bailan nuestros ancestros, aquellos que testimoniaron su identidad astur a través de construcciones, topónimos celtas y fiestas de solsticio en lo alto de nuestros montes: en las brañas de la cordillera cantábrica, los amplios pastos de verano donde se llevaba al ganado y se celebraban los ritos. No en vano nos han bautizado como «El país de los osos y las brañas». Las brañas se encuentran en los parajes más resguardados de los altos valles de cada localidad. Y es que desde hace milenios, la vida en la comarca ha girado en torno a estos espacios y mucho más tarde, alrededor de la industria minera. La subida es durísima, pero merece toda la pena, y más si uno va acompañado. Pasando por las ruinas de alguna cabana y por medio de un gran abedular, la braña está enclavada en un prado que sirve de mirador hacia las montañas más altas de Laciana y territorios colindantes, como por ejemplo la Tierra de Reyes: Babia. Cuenta con varios senderos alternativos, una fuente de agua fría, un refugio con camas y cocina y una laguna que la hace aún más pintoresca. Llegar allí es superarse a uno mismo y alcanzar la paz que ofrece el reto superado: la quietud del monte, las vistas a tus pies, la melancolía de saber que un sitio así ha visto tanto… y hoy, apenas nada. Pero basta para alejar la mente, calmar el alma y simplemente, ver el aspecto que presenta la vida en montaña, esa que tanto nos inspira a los escritores leoneses. Desde allí todo es, de repente, más simple y más bello. Definitivamente, es una de esas fotografías que uno quiere conservar en la memoria hasta morir. Una canción tradicional clama:

«La Braña de Buenverde, si fuera mía yo le echara un candado de esquina a esquina. Adiós amante, adiós adiós, adiós amante del corazón...»
Lo más leído