Un lugar en el mundo

El escritor leonés Publio Lorenzana colabora con Cáritas Diocesana de León a través de los beneficios obtenidos por la venta de su primer libro de relatos, ‘Luna invasora y otros cuentos’ (Círculo Rojo), que puede adquirirse en la Librería Valderas al precio de 16 euros

L.N.C.
28/04/2021
 Actualizado a 28/04/2021
El escritor leonés Publio Lorenzana. | PABLO LORENZANA
El escritor leonés Publio Lorenzana. | PABLO LORENZANA
Cada pieza de esta antología es una muestra de la devoción por lo bien hecho, la devoción que muestra un artesano que gira entre sus manos la pieza en la que trabaja, puliendo aquí, rebajando allá, hasta que la obra queda como él la imaginó. Y demuestra un profundo conocimiento, no solo del oficio de escritor, sino de lo que Saramago llamó las complicaciones del espíritu humano, con sus incontables vericuetos. Cuán enmarañada llega a ser el alma del ser humano, y qué talento hay que tener para conocerla y retratarla, pero sin juzgarla.

Los personajes de ‘Luna invasora y otros cuentos’ (Círculo Rojo) son hombres y mujeres que buscan su lugar en el mundo, como Teban, un personaje tomado de un relato de ‘El llano en 2 llamas’, de Juan Rulfo, que anda en busca de la tierra prometida por la revolución. O el tío Ricardo, que buscó nuevos horizontes en los que realizarse, abandonando el pequeño valle en el que nació. Aunque en ocasiones estos personajes encuentran su lugar sin buscarlo, como sucede en ‘Vecinos’.

Sin embargo, ese mundo en que los personajes buscan su lugar es un mundo a menudo inhóspito, que obliga a la huida.

Muchos de los protagonistas de estos relatos viven aislados, al margen de la sociedad, y casi siempre lo hacen por decisión propia: María la Pirigüela, Anselmo, el protagonista de ‘Luna invasora’ –el relato que da título a la colección–; Faustino Herralde, el protagonista de ‘Decisiones’ o el Andrés de ‘La carta’ se han apartado de la sociedad de los hombres. Incluso aunque vivan dentro de ella, hay una voluntaria barrera que separa de su entorno a muchos de los protagonistas.

Esa barrera la ha levantado en ocasiones la culpa, pero con mayor frecuencia ha sido levantada por lo que podría definirse como la conciencia de que este mundo necesita todavía algunos arreglos para que todos podamos vivir en paz. De modo que los personajes de ‘Luna invasora y otros cuentos’ son también personas que tratan de mejorar el mundo, si bien con resultados dispares. Puede ser amasando el pan de la caridad, puede ser cometiendo un desfalco, el objetivo es remediar algo de la necesidad que cunde alrededor.

Pero si el mundo es un lugar inhóspito, hostil, que muele la sensibilidad de aquellos que la llevan más a flor de piel, todavía hay un lugar en el que permanecer a salvo: la casa.
La casa entendida como la metáfora de la familia, de los orígenes, de la esencia primigenia que nos une. La casa como una frontera entre el mundo frío y el yo que siempre necesita amparo.

Una casa, la casa, aparece en gran número de los relatos de ‘Luna invasora y otros cuentos’, como un motivo, un estribillo, una figura imposible de obviar porque a su alrededor gira la propia vida y, con ella, la memoria. La habita la abuela que narra la historia de María la Pirigüela. Se describe con detalle en ‘Volver’, ligada a los recuerdos de una niñez. Es la casa desde la que parte el tío Ricardo. Y se salva, indestructible, en ‘Casa inundada’, donde los muros de una casa ya sin ventanas ni puerta siguen siendo el corazón de una familia.

Porque la familia es un elemento común en muchos de los relatos de ‘Luna invasora y otros cuentos’. Rara vez es su protagonista, pero una gran familia, con las obligaciones y responsabilidades que conlleva, también con el abrigo que proporciona, forma parte del paisaje emocional de gran parte de los protagonistas de esta colección de relatos.
Tal vez el esfuerzo de esos personajes que intentan construir un mundo mejor se condensa precisamente en lograr que todos podamos sentir el mundo como un hogar y a los semejantes como a nuestros hermanos.

Sobre el autor

Vinculado a la poesía y el teatro desde mediados de los años sesenta del pasado siglo (formó parte del primer equipo redaccional de la mítica revista Claraboya), Publio Lorenzana (La Magdalena, León, 1944) jamás abandonó su vocación literaria, a pesar de los requerimientos de su profesión relacionada con la asesoría de empresas. Su experiencia al frente de Cáritas Asturias cambió definitivamente su percepción del mundo y pobló su imaginario de historias humanas imborrables, como las que se recogen en ‘Luna invasora y otros cuentos’, su primer libro de relatos del que el escritor lacianiego Luis Mateo Díez destaca «su enorme naturalidad narrativa, la ironía y un tono de confidencialidad nutrido de emociones humanísticas, una manera cordial de ver el mundo, de entender la vida...».
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