Un lazo de luto 78 años después

04/01/2022
 Actualizado a 04/01/2022
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Desde este choque de trenes entre años que queremos enfrentar, uno por apellidarse horrible y otro por amadrinarse de esperanza, se revuelve el recuerdo de una tragedia de casualidades.El 2022 comienza con una mirada al cementerio. Hace 78 años que Torre del Bierzo se convertía en ese campo santo sin luces y en un hospital de campaña por momentos, después de escuchar elsilencio del silbato que debía anunciar que un tren llegaba para activar otro y así sortear su encuentro como si fueran trayectos paralelos sin posibilidad de encontrarse. Y de pronto, sale humo del túnel número 20, mucho. Casi huele a muerte hoy al pasar por donde, en 1944 se desnudaban los cuerpos en el calor del fuego y se desmembraban sin aliento con el aplastamiento de vagones de la Palencia-Coruña. Era Navidad y la línea estaba repleta de trabajadores que volvían a casa tras comer el turrón. Muchos ferroviarios. Cien, mil, doscientos. La calculadora de fallecidos ardía como la piel, pero con razones a sus espaldas de números retocados que un pueblo hecho de carbón no entiende. Solo pensar en el libro de actas judicial…El escalofrío se quedó en Torre, ahora sin túnel, pero con la memoria fresca de aquella previa de Reyes que enlutó para siempre la cuenca minera. Doscientos cincuenta fallecidos, contabilizó en «La verdad» el escritor Vicente Fernández, un libro que abre con la imagen del entierro multitudinario. Encajado en blancos y negros, cajas de madera que se mueven casi emulando su propio viaje en tren, el que no les llevó de vuelta. El que les dejó bajo la catenaria en medio del llanto de verse morir. Un recuerdo que se queda enclavado cada vez en un sitio más pequeño de la memoria. Se reduce a tan poco que ya ni el tren recuerda aquel recorrido básico en los años 40. Los muertos ya no tienen flores. Las traviesas ya no tienen trenes. Y no hay espacio para recordar a los héroes, aunque Torre siga sacando el pañuelo blanco.
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