sergio-jorgeb.jpg

Un gesto entre el ruido

05/09/2018
 Actualizado a 13/09/2019
Guardar
Son las tres de la mañana y la calle está colapsada. Miles de personas van de un lado a otro en un Bilbao que celebra sus últimos días del Aste Nagusia, la Semana Grande que desde hace 40 años ha convertido a la capital vizcaína en una de las más atractivas en cuanto a festejos se refiere.Las txosnas, esas grandes carpas en las que se congregan cada día miles de personas para beber y escuchar música, pero también para disfrutar de la noche bilbaína, están a rebosar. Pero en ese momento no se escucha nada, tampoco se sirven consumiciones, y eso que en cada una de ellas hay más camareros que en todos los bares del Húmedo juntos.

La gente se hace a un lado cuando pasa una particular manifestación, compuesta solo por mujeres de todas las edades que, muchas de ellas tapadas, van al ritmo de un tambor. No, no se han vuelto locos en Bilbao, no había llegado la Semana Santa en pleno mes de agosto. Era, simple y sorprendentemente, una manifestación.

La protesta tenía una única causa: acabar con las agresiones machistas que en años anteriores habían empañado las fiestas. No tengo ni idea de cómo lo consiguieron, pero todo el mundo esperaba pacientemente a que acabar el desfile para que volviera la música y los camareros comenzaran a servir de nuevo copas, kalimotxos y cervezas.

El viernes se repitió la historia a las doce de la noche, cuando varias mujeres se subieron a las barras de todas las txosnas para protagonizar durante cinco minutos una escandalosa cacerolada mientras música y bebidas esperaban retornar a la normalidad nocturna.

Ahora traslademos esto al citado Húmedo, al Cid o a cualquier bar del resto de la provincia, da igual en qué lugar. ¿Sería posible un gesto así, entre el ruido, con el que concienciar a tanta gente? ¿Estamos dispuestos a ello y, sobre todo, a ser realmente conscientes del problema?
Lo más leído