Un estudio logra reducir un 30% los gases invernadero en el maíz

Un grupo de trabajo del Itacyl ensaya en Cabreros del Río con el cultivo para promover una certificación ambiental que diferencie al agricultor

Ical
04/08/2022
 Actualizado a 04/08/2022
Este estudio busca que los agricultores apuestan por estas técnicas de siembra para reducir los gases invernadero.| ICAL
Este estudio busca que los agricultores apuestan por estas técnicas de siembra para reducir los gases invernadero.| ICAL
Un proyecto de mejora climática inteligente, en el que participa el Instituto Tecnológico Agrario de Castilla y León (Itacyl), podría reducir hasta un 30% las emisiones de gases de efecto invernadero asociadas al cultivo del maíz. Por el momento se ensaya en parcelas de Cabreros del Río (León), Coreses (Zamora) y Babilafuente (Salamanca). Para los agricultores que en un futuro apuesten por este modelo, que llevará un control exhaustivo, de forma digital, de la utilización de cada input utilizado en el consumo, e incluso el transporte, los impulsores del proyecto promoverán una certificación ambiental para diferenciar esta práctica.

Antonio López-Perales, director del proyecto y responsable de Vertex Bioenergy, empresa promotora, recuerda que la iniciativa se encuentra en su ecuador. Se presentó en noviembre de 2020 y ya celebró una primera campaña de siembra en marzo y abril de 2021 cosechada en otoño. «Buscamos aquella técnica y forma de cultivo que optimice y minimice la emisión de gases de efecto invernadero asociado al cultivo. Nos interesa que el ciclo de vida vinculado al maíz sea el mínimo posible», apunta.

Se maneja la forma del cultivo, la utilización de abono y su mejor reparto por la parcela, todo ello con un método digital que «permite la optimización» gracias a que se miden las cantidades de abono, características del suelo. A su juicio, el proyecto «evoluciona bien», más si se tiene en cuenta que el maíz también se destina a producir etanol y biocombustible, donde se miden todas las emisiones, desde el cultivo al transporte.

Por su parte, Manuel Pérez, profesor de la Universidad de Sevilla y director de la Cátedra en Agricultura Digital, explica que el proyecto «intenta impulsar la sostenibilidad y rentabilidad del maíz a nivel nacional», siempre relacionado con el coste de inputs para su comparación con otros del extranjero «poco competitivos».

A esto se suma el uso de las nuevas tecnologías, como sensores para conocer las características del suelo y la evolución de la planta, «que empiezan a implementarse poco a poco y que permiten reducir y determinar con exactitud las emisiones de CO2 que se producen». «Esto es importante porque antes no había datos. Ahora conocemos la información pero además reducimos la emisión mediante estas tecnologías», señaló.

Ayuda al agricultor


El proyecto persigue «ayudar al agricultor» en la parte de competitividad, «reducir inputs o redistribuirlo mejor en la parcela». También conocer con precisión la huella de carbono y certificar la sostenibilidad ambiental. «La idea es que cuando el agricultor utilice esta técnica digital pueda certificar ante el mercado que este maíz contamina menos», subraya Pérez. Para ello se propondrá un protocolo para que las empras que producen bioetanol “estén en las primeras de la lista para comprar».

El trabajo de la Universidad de Sevilla se ciñe más a la técnica. Además de las tres localizaciones de Castilla y León el proyecto se desarrolla en parcelas también de Cáceres, Córdoba, Navarra y Huesca. «En todas estas parcelas se ha sembrado maíz, se ha hecho monitorización avanzada del suelo y sensor de conductividad electromagnética para, a través de ello, conocer la variabilidad del terreno. Nosotros proponemos siembra variable de semillas de maíz. En base a su potencial productivo establecemos dosis de siembra variable», relata.
a iniciativa desarrollada por el grupo Maíz Sostenible, que se denomina ‘Proyecto innovador para la mejora climáticamente inteligente del cultivo del maíz’, cuenta con un presupuesto de 538.155 euros y con la cofinanciación en un 80% del Fondo Europeo Agrícola de Desarrollo Rural (FEADER) de la Unión Europea y en un 20% por el Ministerio de Agricultura en el marco del Programa Nacional de Desarrollo Rural 2014-2020.
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