Un cóctel perfecto

12/08/2022
 Actualizado a 12/08/2022
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No está la cosa como para andar pensando demasiado en el futuro, más bien en ir pasando el día a día como buenamente se pueda, pero supongo que una de las cosas que te trae la paternidad es el hecho de comenzar a preocuparte por cosas que ni siquiera llegarás a vivir.

Pinta mal la cosa a muchos niveles y lo más descorazonador de todo es que la única solución pasa por que ésta sea común, lo que echando un vistazo a la historia de este planeta, si me apuran incluso de este país, la cosa invita poco al optimismo. El individualismo pesa por encima del intentar joder un poco menos al de al lado y cualquier propuesta queda investigada por su procedencia, sin importar si es buena o mala. El quedarse siempre en la anécdota, y de eso tienen mucha culpa los medios de comunicación, acaba por minar cualquier intento de cambio hasta hacerlo desaparecer.

Obviamente también mucha culpa de ello tienen la clase política, que parece vivir alejada de la realidad de la gente que les ha puesto ahí. Propuestas incumplibles o sesgadas por clases, que dicen que no existen pero sí, hacen perder cualquier credibilidad (si es que le quedaba alguna). Tú vete en bicicleta a trabajar, pero el futbolista de turno puede usar un avión privado para hacer un vuelo de media hora. ¿Cómo de asquerosamente poco te tiene que importar el dinero cuando ni siquiera te conformas con viajar en el mejor asiento que tenga un avión comercial?

El caso es que igual el día que nos queramos dar cuenta igual ya es demasiado tarde. Sobra decir a estas alturas que nos estamos cargando el planeta y que igual las consecuencias las empezamos a ver antes de lo que esperábamos. Es cosa de ellos, los que mandan, desde luego, pero del resto también.
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