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Un cartel en el escaparate

10/12/2018
 Actualizado a 18/09/2019
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Para muchos rufianes de supermercado como los que le contaba la semana pasada, los que van de traje, mocasín, visón y bolso de firma pero que tienen una avidez cleptómana sorprendente, para quienes el pavor ante el «qué dirán…» es el peor de los castigos si se corre la voz del suceso, a uno que yo me sé se le ocurrió proponer que además de devolver lo robado o su equivalente en dinero tengan que pasar por ver en el escaparate de la tienda un cartel tamaño A4 –más grande sería ensañamiento– con la foto, el nombre, la fecha de la intentona de hurto y el contenido del botín. Sólo una semana pegada la foto en el cristal donde normalmente se colocan los carteles con las ofertas más destacadas.

Le aseguro que iban a llamar mucho más la atención las promociones de los productos en oferta y estoy completamente convencido de que muchos culpados con el pecado de sentir la vergüenza, que les pesa más que el de la ratería, pagarían hasta diez veces el valor de lo que iban a robar por evitar el tema del cartelito en un escaparate por el que es necesario pasar para ir a misa o a tomar un vino con los amigos.

Esta idea no deja de ser la respuesta irónica a una situación comprometida y vista desde fuera. Pero creo que de esta manera se evitarían muchos, muchísimos, pequeños robos en el pequeño comercio; esos robos que la ley considera hurtos porque ya el ladrón se cura de que no supere la cantidad que haría crecer la pena, pero que en función de los números pueden ser un gran problema para cuadrar las cuentas. Las bases de lo que podría ser una iniciativa legislativa popular de los empresarios y comerciantes están sobre la mesa y si en el momento que surgió la idea ya juntamos media docena de apoyos, los que hacen las leyes y prefieren botines mayores que un pulpo o una botella de vino por bueno que sea, esto tiene futuro.
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