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Un carricoche por Cebanico

10/02/2022
 Actualizado a 10/02/2022
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La nostalgia es un arma de doble filo. Aunque todavía no han pasado ni dos años, lo mucho y lo poco que nos ha tocado vivir desde entonces ha elevado las historias del confinamiento de la primavera de 2020 casi a la altura de batallitas. Quién no ha compartido tal o cual anécdota de aquellos interminables días en pijama, de cuando se agotó el papel higiénico en los supermercados o de lo que estaba haciendo cuando fue declarado el estado de alarma.

La batallita de cuarentena que les vengo a contar hoy es la de la única buena noticia que pude escribir aquellos días en los que teletrabajaba a tres megabytes por siglo con mi internet rural. En Valcuende, una aldea del ‘Valle del Hambre’ en la que sus vecinos se cuentan con los dedos de una mano, nació el primer bebé en 64 años. Iván llegó al mundo un Martes Santo de plena pandemia en el que la única procesión que se montó fue una de llamadas de periodistas confinados en Inglaterra, Colombia o Australia que querían narrar tan insólito acontecimiento.

Todos los días hay buenas noticias. Incluso, en esos lugares en los que nunca hay noticias. Valcuende es uno de ellos... Cebanico, otro. Y es que, muy pronto, por este pequeño pueblo de la Montaña Oriental también se paseará un carricoche.

Mi amiga Tania fue, hace 28 años, la ocupante del último carricoche que se vio por Cebanico y este lunes dio a luz a un bebé llamado Manuel que, aunque no crecerá allí, siempre será un ¿cebaniquense?, ¿cebanicano?... bueno, un paisano más de Cebanico. Me gustaría dejar aquí unas palabras a Manuel por si algún día, dentro de muchos años, decide pasarse por ellas.

Lo primero, darte la enhorabuena por la madre que te ha tocado. Estoy seguro de que Tania te pondrá en el centro de todo allá por donde la vida le lleve y que te dará consejos infinitamente mejores a los que nadie te pueda escribir en unas líneas de periódico. Desconozco si aún vivirá alguien en Cebanico cuando leas esto, pero te pido que jamás olvides este lugar... quizá así nunca muera por completo. Que recuerdes que en un rincón perdido en tierras leonesas tienes unas raíces en las que encontrarte. Donde ahora solo ves ruinas, un hombre llamado Felipe y una mujer llamada Justi, sudaron todo lo sudable para que los que habéis venido después lo hayáis tenido más fácil. No dejes de visitar Cebanico, Manuel ¡Qué seas muy feliz, esfuérzate siempre en hacer un mundo mejor!

Nota: ‘Wikipedia’ tampoco sabe el gentilicio de Cebanico, que lo he buscado…
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