Un Camino de flechas amarillas

Las administraciones públicas sólo sancionan las alteraciones a la señalización de la que son titulares

Isabel Herrera
19/09/2015
 Actualizado a 12/09/2019
Flecha amarilla que marca el itinerario a seguir hacia Santiago. | DANIEL MARTÍN
Flecha amarilla que marca el itinerario a seguir hacia Santiago. | DANIEL MARTÍN
No les hace falta logo alguno ni guardan una estética compleja. Son flechas amarillas, de pintura barata, que son reconocidas en todos los idiomas como parte de la simbología jacobea. Apuntan a Santiago de Compostela y su trazado es responsabilidad de las asociaciones de amigos del Camino. Cumplen la misma función –a veces incluso con más sentido– que los paneles indicativos de chapa u otros materiales que colocan las administraciones públicas (ya sean locales, autonómicas o nacionales) para señalizar la ruta, pero no cuentan con la misma protección.

Alterar la señalización oficial, si se entiende por oficial la que colocan las administraciones, conlleva sanciones de elevado importe. Sin embargo, practicar modificaciones al trazado oficioso (llamaremos así a las flechas amarillas a pesar de que son la primera referencia que toma el peregrino) no pasa nada. De nada de nada. Y no será porque no lo hayan reivindicado las asociaciones que las dibujan y custodian.

Normalmente el problema está asociado a establecimientos hosteleros y negocios que quieren arrastrar al peregrino hasta su puerta. Los ejemplos son múltiples en los Caminos a Santiago que cruzan la provincia de León. Pero a veces tales hechos están relacionados con intenciones mucho más deshonrosas.

El caso de Denise Thiem, la peregrina norteamericana cuyo rastro se había esfumado en el tramo de la Ruta Jacobea que une Astorga con El Ganso, un misterio ha tardado más de cinco meses en resolverse y que se ha hecho con el final más dramático posible, hallando su cadáver, ha puesto de manifiesto esta problemática. Miguel Ángel M.B., el responsable confeso de su muerte, tenía como ‘hobby’, al parecer, hacer uso de las flechas amarillas para confundir a los peregrinos y desviarles hasta su finca, un terreno próximo al Camino a la altura de Santa Catalina de Somoza.

Al parecer su objetivo era robarles, un ejercicio que habría repetido en multiples ocasiones amasando una pequeña fortuna que escondía mientras cobraba la ayuda de 400 euros a parados de larga duración. Pero en el caso de Denise la situación fue más allá y la mujer jamás regresó al Camino de las flechas amarillas, las buenas.

Claro está que es responsabilidad del peregrino prestar atención a todo tipo de señales sin dejar de aplicar la lógica y teniendo en cuenta la ingente información que se le facilita por innumerables vías (albergues, asociaciones, páginas web...). Aun así, quizá no estaría de más proteger de algún modo esta señalización inherente al Camino de Santiago.

Dejando a un lado los casos extremos, como sería el de este hombre, ya en prisión preventiva y sin fianza por la brutalidad antes expuesta, desde la Asociación de Amigos del Camino de Santiago Pulchra Leonina, su presidente, Luis Gutiérrez Perrino, critica que «están usando esa flecha amarilla, a la que el peregrino está acostumbrado, para llevar a la gente a determinados albergues, comercios u establecimientos hosteleros». Y no hace falta ni siquiera salir de la capital leonesa, asegura. Su reivindicación no es nueva, no nace a raíz de lo sucedido en Astorga. Lo que recomiendan desde hace tiempo a los propietarios de servicios que hay en el Camino y zonas próximas es que realicen esta señalización con pintura azul. ¿Cómo? «Pues es una pena que sea así, pero parecer que sólo aprendemos a golpe de sanción».

Seguridad en el Camino


«Es máxima», sostiene Gutiérrez Perrino. Cada peregrino lleva una credancial con toda su documentación escrita, con cuándo y dónde ha empezado el Camino, y esta información queda registrada en cada albergue que visita. Además, antes de que inicien el viaje se les facilita toda la información relativa a la orografía del terreno, los puntos interesantes, las localidades por las que pasa, los servicios en cada una de ellas... «Con todo ello, es el peregrino el que debe construir su Camino, pero le ofrecemos todas las garantías y, además, las fuerzas y cuerpos de seguridad trabajan también para ello». Quizá un mal vicio por parte de los peregrinos, apunta, es que no denuncian, al menos no en el momento. Por eso anima que ante cualquier robo, susto, amenaza o similar, actúen.

16.000 peregrinos por la puerta del asesino


El pasado 5 de abril se perdía el rastro de la peregrina Denise Pikka Thiem. Desaparecía a su salida de Astorga y sabiendo que su intención era cubrir ese día la etapa hasta El Ganso. Pero Miguel Ángel M.B. truncó su camino. Al parecer, era aficionado a robar a peregrinos. No era un tema desconocido por la zona, más bien al contrario, pues lo mismo hacía con frutas y hortalizas de los huertos de sus vecinos. Cuando se denunció la desaparición de Denise pronto apuntaron hacia él y la Policía Nacional dice ahora que Miguel Ángel era su principal sospechoso desde hacía tiempo. Sospechoso se haber matado a una mujer. Aun así no ha sido hasta el pasado viernes, 11 de septiembre, cuando fue detenido. Cinco meses han pasado entre un hecho y el otro, los cinco meses de mayor afluencia de peregrinos en el Camino de Santiago. Según los datos de las asociaciones de amigos de la ruta jacobea, cada día, en esos meses, pasan una media de 110 peregrinos, es decir, que desde que presuntamente mató hasta que fue detenido pasaron por delante de su casa más de 16.000.
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