¿Un cambio a peor?

Las ambiciones, los enfrentamientos personales, los ajustes de cuentas, las envidias y las inquinas parecen haber tomado ventaja en la escena política en detrimento de las que se pueden considerar como verdaderas preocupaciones de los votantes

Si decir adiós a las mayorías tiene como peaje priorizar intereses personales, el cambio no merece la pena
24/07/2019
 Actualizado a 14/09/2019
Uno de los principales problemas, de los más habituales, en los centros de trabajo y en otros muchísimos escenarios de la vida es que las personas prefieren o no evitan poner por delante cuestiones personales a las meramente profesionales o a las que tienen que ver con la actividad que desarrollan en un determinado momento. En política, en la nueva política, con los cambios de los últimos años, con la irrupción de varios partidos emergentes y el reconocido poder de los nacionalistas, parece que se está cometiendo el mismo error: las cuestiones personales van por delante del interés general. Entiéndanse por cuestiones personalestanto los piques, las envidias y ajustes de cuentas poco corrientes como las ambiciones o las necesidades de cada partido político, las ansias de liderazgo y el nuevo escenario que ha dejado a todos los líderes sumidos en el postureo y en el querer aparentar que son más de lo que son, en todos los aspectos. El enésimo ejemplo lo volvimos a ver ayer en el debate de investidura del Congreso de los Diputados, por parte de prácticamente todos los partidos. Si la nueva política supone que se dice adiós a las mayorías a cambio de que las negociaciones sean para repartir cuotas de poder, protagonismos y para exhibir sin pudor las ambiciones, demostrando que queda muy al fondo las verdaderas preocupaciones de los votantes, el cambio no habrá merecido la pena.
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