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Un banco más humano

14/02/2022
 Actualizado a 14/02/2022
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El afán desmedido primero por automatizar, después por digitalizar y ahora por despersonalizar de una manera vergonzosa ha hecho de los bancos y cajas de ahorros –mientras existió ese modelo de entidad financiera– un lugar en el que mucha gente no se apaña. Empezaron al principio por ofrecer y luego casi por imponer el tema de las tarjetas de crédito o débito y después fueron los cajeros automáticos y actualizadores electrónicos de libreta los culpables hasta que llegaron los portales de banca electrónica y las aplicaciones para móviles.

Todo muy interesante, muy cómodo y muy fácil de utilizar, no se lo niego. Como tampoco contradije nunca a los que ofrecían detrás del mostrador todos estos avances tecnológicos sin pensar que estaban promoviendo y al mismo tiempo justificando a la empresa el cese de su actividad. Lo mismo que con las cajas autopago en los supermercados.

Pero es muy probable que usted mismo, o su padre o su abuela, quienes conocieron no hace tantos años la banca de ir a la ventanilla de caja con la cartilla donde estaban anotados sus ahorros y movimientos y además tenían en la sucursal un empleado de confianza que velaba por sus intereses cuando los tipos estaban por encima del 10 por ciento, dicho sea de paso, porque era casi como un miembro de la familia, vean todo esto como una bofetada a su inteligencia y un revés a su esfuerzo atesorado durante décadas.

Carlos San Juan, un médico valenciano jubilado, ha sufrido como miles de ancianos el ser miserablemente excluidos de las entidades financieras por la transformación digital. Por eso se ha alzado como defensor del trato humano en la banca y puesto al frente de un ejército de 600.000 personas que apoyan unas reivindicaciones que tal vez no vayan más allá que tener un alma a quien preguntar una duda sobre un cargo en su cuenta corriente, una oficina donde acercarse con su cartilla de papel a retirar cincuenta euros para dar la propina a sus nietos o una persona que le confirme que su pensión y sus ahorros de toda la vida están ahí bien guardados. No es tanto pedir, por mucho que le parezca, o nos parezca, a los digitalizados.
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