04/03/2022
 Actualizado a 04/03/2022
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La semana pasada a cuenta del ‘conflicto’ en el seno del Partido Popular, les comentaba que ya a mis 41 años empiezo a estar algo harto de vivir tantas fechas históricas. Yo que soy hombre tranquilo, de fácil satisfacer, solo quiero una década de tranquilidad, anodina, sin grandes sobresaltos, porque parece que nos estamos empeñando en llenar nosotros solos los libros de historia del futuro.

Recuerdo cuando iba al instituto y me daba clase de historia el que para mí ha sido uno de mis grandes profesores, de los que se recuerdan durante el resto de tu vida, de tal modo que 25 años más tarde, aún te inspiren para escribir una columna. Me refiero al historiador y escritor Secundino Serrano, experto en maquis y del que guardo muy buen recuerdo.

Pues bien, cuando llegaba el momento de los exámenes, Secundino metía los números del temario en una bolsa y sacaba creo recordar que dos números, para que eligiésemos y desarrollásemos uno de ellos en el examen. Había cantidad de técnicas de estudio a aplicar basadas en la probabilidad. Había quien estudiaba los 12 primeros temas de los 24, otros estudiaban los pares o los impares, como quien apuesta a rojo o a negro en la ruleta y luego estábamos los que nos ‘chapábamos’ todo o casi todo el temario. Ni que decir tiene que era un poema si el día del examen la suerte hacía salir 2 números de temas impares entre los 12 primeros. En ese caso, nos quedábamos menos de la mitad de la clase a hacer el examen.

Anécdotas aparte, hay que reconocer que, a los estudiantes del futuro, a los que le toque examinarse del tema del comienzo del siglo XXI, lo va a tener bastante complicado. Crisis de las ‘puntocom’, segunda guerra de Irak, crisis financiera, el 15M, el Chavismo, el Brexit, Isis, Covid… y ahora, por si no teníamos suficiente, la invasión rusa a Ucrania y amenazas de una guerra nuclear.

Es cierto que también hemos tenido acontecimientos históricos positivos, pero la balanza anda bastante desequilibrada hacia el lado negativo. Como desequilibrado parece estar la persona que ha logrado unir como hace décadas a la opinión internacional. Vladimir Putin.

Pero de todo hay que intentar sacar lecturas positivas y si algo nos están enseñando los ucranianos con su presidente a la cabeza, es lo que significa la dignidad, el sacrificio y el honor, ante un invasor muy superior en armamento y presupuesto, pero al que le sobra arrogancia y le falta motivación.

Prácticamente todo el mundo libre y civilizado, incluso muchos rusos de bien, nos solidarizamos con el pueblo ucraniano y sentimos cierta envidia o admiración de lo que significa todo un pueblo luchando por un objetivo común, incluso por encima de sus propias vidas.

Tener el orgullo suficiente para darlo todo por tu comunidad, hasta el punto de dejar la comodidad de tu casa a miles de kilómetros para volver a tu país, coger un arma y defender tu patria con uñas y dientes. Un auténtico ejemplo.
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