Turbo y Bruja, superagentes perrunos

La Sección Canina de la Policía Local cumple dos años de trabajo para prevenir el consumo de drogas y lograr su incautación. Ocho de cada diez actas de denuncia afectan a menores

Alfonso Martínez
08/05/2023
 Actualizado a 10/05/2023
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Turbo y Bruja son compañeros de trabajo y residentes en León, concretamente en las casas de Jota y de Alberto, los agentes de dos patas que integran la Sección Canina de la Policía Local y que acaban de cumplir dos años de actividad vinculada fundamentalmente a la prevención del consumo de drogas y a su incautación.

Han sido concretamente 277 las actas abiertas a raíz de la tenencia o consumo de este tipo de sustancias y ocho de cada diez corresponden a menores de edad. El balance deja un total de 833 intervenciones en las que se ha identificado a 1.420 personas, se han interpuesto 688 denuncias y se han practicado 23 detenciones, aunque en estas últimas cifras no solo se incluyen asuntos de droga, sino también otras infracciones o requisitorias judiciales que se detectan en unos controles preventivos en los que se han intervenido además 28 armas entre las que había puños americanos, navajas, bates de béisbol o pistolas simuladas.

«El balance es muy positivo. El primer año trabajamos con las patrullas de Seguridad Ciudadana. Cada uno de nosotros íbamos con otro compañero y los perros los sacábamos en ciertos momentos. Entonces no salían de continuo, pero desde febrero del año pasado estamos trabajando ya de manera independiente, los dos juntos con los dos perros. Salimos en la furgoneta con los dos perros y depende del lugar o de lo que vayamos a hacer. Si es un control, bajamos un perro y trabajamos con los dos con él. Después le dejamos descansar y sacamos el otro. El balance general de este último año ha sido buenísimo, porque hemos abierto muchas actas de incautación de droga, sobre todo por menudeo entre menores y jóvenes en parques, colegios, fiestas y controles de tráfico», indica Jota Pérez Durán.

Ambos se llevan estupendamente, salvo en las épocas de celo, pero Bruja parece ser más independiente y se queda tranquila en cuanto consigue que Alberto le dé su mordedor, mientras que Turbo necesita más mimos y ofrece su pata o se lanza a lamer la cara o la mano de todo aquel que se acerca con ánimo de acariciarle. El juego es precisamente la principal motivación que tienen estos agentes de cuatro patas cuando salen a patrullar por las calles de León, aunque su entrenamiento continúa incluso en las jornadas de descanso.

«Para que el perro trabaje, antes hay que haberle enseñado y requiere además un entrenamiento diario. Aunque no trabajen, los perros viven con nosotros y en casa los sacamos de paseo y siempre llevamos el juguete, un mordedor, que es por lo que trabajan. El perro trabaja por juego y por eso nosotros le asociamos el olor que queremos que detecte a eso, a un juguete. Si él detecta y encuentra algo nos lo indica marcándolo con el hocico. Si yo llevo la sustancia escondida en el tobillo, el perro va a marcar con el hocico el tobillo y se va a quedar fijo en ese punto hasta que yo le premie. Le damos una orden, le premiamos, él coge su mordedor, jugamos con él y comprobamos que está la sustancia», detalla Pérez Durán.

Es el conocido como método de marcaje lapa, patentado por Javier Macho en la Policía Local de Burgos y que se ha convertido en una referencia en formación de guías caninos como Jota y Alberto, que fueron los ideólogos a la hora de plantear la creación de la Secan –obteniendo rápidamente el respaldo del alcalde de León, José Antonio Diez– y ya avanzan que sus jefes están pensando en ampliar la sección para potenciar aún más la prevención del consumo de drogas y su incautación mediante controles y patrullas a pie, descartando por ahora otro tipo de misiones específicas para las que se suelen utilizar los perros y que no consideran necesarias en León.

«La búsqueda de personas desaparecidas es una competencia casi exclusiva de la Guardia Civil, porque en un casco urbano como el de León es difícil que haya personas desaparecidas. No sería viable salvo en casos como el derrumbe de un edificio. Podríamos hablar de un perro de seguridad, pero León tampoco es una ciudad tan conflictiva como para tenerlo. Además, uno solo en realidad tampoco haría una labor muy efectiva. Es mejor tener perros de drogas para evitar que al final los menores accedan de manera fácil a este tipo de sustancias. Aquí se ha intervenido con menores y se han aprehendido drogas que ya ponen un poco los pelos de punta. Cuando a un menor de 13 años le requisas sustancias como cocaína o éxtasis… En el momento tú estás haciendo tu trabajo, pero luego piensas en si fuera tu hijo y con 13 años llevase ya este tipo de sustancias… La verdad es que pone los pelos de punta, pero al final es una satisfacción poder evitar que esta gente pueda acceder a este tipo de sustancias», explica Alberto Álvarez Cubero.

Aunque hay incluso algunos padres que les increpan por identificar a sus hijos y requisarles la droga que llevan, los agentes de la Sección Canina de la Policía Local no cejan en su empeño y también llevan a cabo una importante labor divulgativa en los centros educativos leoneses. Turbo, Bruja, Jota y Alberto inciden en la prevención del consumo de drogas entre los alumnos más mayores, mientras que en el caso de los pequeños se centran más en la implicación y la responsabilidad que supone tener un perro en casa para evitar que se produzcan casos de maltrato.

En este sentido, recuerdan especialmente la visita que cursaron al centro de personas con discapacidad intelectual de Asprona, donde fueron excepcionalmente recibidos tanto por sus responsables como por sus usuarios, que disfrutaron emocionados de la presencia de Turbo y Bruja.

Además, los agentes de la Secan de la Policía Local de León están colaborando con Instituciones Penitenciarias a la hora de formar a los dos guías caninos que prestarán sus servicios próximamente en la prisión de Mansilla de las Mulas.

Y todo ello en el marco de dos años en los que Turbo y Bruja se han familiarizado con los leoneses gracias a su presencia en las calles y han encontrado en Jota y Alberto a sus dos compañeros de trabajo y también de vida. Quizá cuando la sección cumpla tres años habrá ampliado ya su nómina de agentes de cuatro patas, pero también de dos. Y quizá Sara pueda ser una de ellas, porque sale del cuartel del CHF justo cuando finalizamos el reportaje y mira con cara de nostalgia recordando su colaboración cuando Turbo y Bruja daban sus p rimeros pasos como superagentes perrunos.
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