10/10/2018
 Actualizado a 10/09/2019
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Cuando pensábamos que el PP continuaba estando presente en las tres grandes operaciones nacionales contra la corrupción (Gürtel, Enredadera y Púnica), después de la primera sentencia contra el partido en el que dejaba claro que se había lucrado con el dinero sucio logrado por algunos de sus cargos, y pese a que estos procesos aún no han culminado, vinieron los senadores leoneses a explicarnos que no, que ya se acabó eso de situar al PP dentro de todo lo malo malísimo de la política española. «Gracias a Dios», decían satisfechos, como si se hubieran salvado de una plaga bíblica, en una rueda de prensa que a partir de ahora prometen repetir. Porque los senadores y diputados por la provincia no estaban desaparecidos: contarán cada quince días las críticas que como oposición van a exponer en Madrid, ya que hasta ahora parece que no tenían nada que explicar a sus votantes o a los leoneses en general. Quizá fue llamativo eso, que reconocieran que antes su labor de gobierno les impedía trabajar por su provincia pero ahora tienen derecho al pataleo. Seguro que el Ejecutivo de Pedro Sánchez les va a dar mil motivos para que muestren su descontento, pero si no tuvieran cómo hacerlo serían como esas personas que desde primera hora de la mañana se quejan por cualquier motivo y todo es un drama y un dolor constante. Como el que genera la paralización de Feve, por lo que pidieron, con razón, que el Gobierno cumpla los «plazos». ¿Y cuáles son esos plazos? Ni ellos lo saben, porque no fueron capaces de especificarlos en ningún momento.

También hablaron del «tufillo de xenofobia» que desprende Vox. Obvio, no hay que ser el más perspicaz para saber que la ultraderecha ya está en España para decirnos que la culpa de todo es de los inmigrantes, y que España tiene que estar unida por encima de todo. Mientras hablaba de «tufillo» me acordaba de las palabras de Casado al decir que cada año llegan «millones» de inmigrantes a España sin cifras reales para argumentarlo, porque queda mejor soltar estas soflamas y que perduren en el tiempo. Como cuando Vox habla de las denuncias falsas de mujeres por violencia de género o la «avalancha islámica» que hay en España. Son todo «tufillos». Y muy conectados.
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