Tú no te asustes ni te extrañes

Nada te extrañe si es Carnaval. Ni un perro pirata ni nada ni una monja con liguero, con la ventaja de que en estos días además de no extrañar no molesta. Que no quiero pensar lo que ocurriría si nuestros ojos más mojigatos vieran cualquier día por la calle lo que han visto en estas fechas.

Cierto es que se lo están poniendo difícil a la imaginación, la realidad es cada día más carnavalesca. Tiene sentido la vieja reflexión: "Esto nace con una historia de una mujer que no conoció varón pero tuvo un hijo con una paloma, y el citado era un misterio, que en los libros de bautismo lo inscribieron como uno y trino, para que usted lo interprete. El novio que aún no había consumado pero la encontró embarazada y razonó: yo soy carpintero y tengo un armario sin acabar, si es de una paloma se supone que será de altos vuelos. Y así lo siguió creyendo a pesar de que se empeñó en no ir al 12 de Octubre y quiso nacer en un portal mientras el Rey lo quería matar. Y lo mataron, con mucho sufrimiento, pero mira por donde resucitó...".

La cosa es así. Una tragedia, aunque acabe bien. Y para que no nos duela mucho tanto sufrir pues han decidido que cuarenta días antes –lo de la cuarentena tiene mucha prosapia– nos dejan que nos desmadremos y en el paroxismo podamos tratar a dios de tú, que diría el clásico. "Y después de esto me miran raro a mí porque voy disfrazado", un sindiós.