Angel Suárez 2024

Tropelías municipales

24/03/2019
 Actualizado a 17/09/2019
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Uno de los puntos negros de la gestión de la actual corporación municipal es sin duda el haber convertido el tráfico en la capital en una verdadera gincana de sanciones de tráfico. León ya no es sólo la ciudad con los semáforos peor sincronizados de Europa, sino además un auténtico muestrario de cámaras de control de accesos, foto-rojos y radares de velocidad, con frecuencia ubicados en puntos en los que poco o nada pueden aportar a la seguridad del tráfico. Su finalidad, al margen de las presuntas indecencias que figuran en el sumario de la trama Enredadera, es meramente recaudatoria.

Es especialmente escandaloso el caso del foto-rojo de Michaisa. Se diferencia del resto en que el semáforo se encuentra en la entrada de una rotonda, y en que no pasa de verde a rojo, sino de luz ámbar intermitente a rojo. El conductor se aproxima a la rotonda viendo la luz ámbar intermitente y, por tanto, dispuesto a ceder el paso tanto en el paso de cebra como a quienes circulan por dentro de la rotonda. No hay temporizador ni luz ámbar fija que le indique que el semáforo va a cerrarse. Cuando ya está en su misma entrada no puede ver el semáforo superior ni apenas el de la derecha, especialmente si circula por el carril interior y el tráfico es el de costumbre en Michaisa, de modo que si no hay peatón ni vehículo a quien ceder el paso, se incorpora a la tranquilamente ignorando que el semáforo ha cambiado a rojo y que su matrícula ya ha sido fotografiada. Cuatro puntos y doscientos euros para la cuenta del Ayuntamiento, cien por pronto pago.

Cuando al poco de su instalación el aluvión de sanciones formaba ya tremendas colas en las oficinas de la Policía Local, la durmiente oposición despertó de su letargo y preparó una nota de prensa. La respuesta del concejal fue anunciar que lo había desconectado hacía unos días, eso sí, sin anular las sanciones impuestas hasta entonces, que para más inri están llegando ahora a los ciudadanos, porque, esa es otra, el Ayuntamiento se toma nada menos que cuatro meses para notificar las denuncias de tráfico. En definitiva, todo un ejemplo de gestión: colocamos la trampa, saqueamos a la ciudadanía una temporada y cuando nos van a pillar o cuando se acercan las elecciones, la apagamos hasta nueva orden. Tanto ocupan a la concejalía estas tropelías que no tiene tiempo para dedicarse a los locales en los que descaradamente y con conocimiento público, se vende alcohol a quinceañeros al por al por mayor cada fin de semana, pero de eso nos ocuparemos en otra columna, al menos mientras la oposición siga durmiendo.
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