"Tres rebaños merinos de origen leonés son el origen del imperio lanero de Australia"

Manuel Rodríguez Pascual lee esta tarde su discurso de ingreso en la Academia de Ciencias Veterinarias de Castilla y León

Fulgencio Fernández
08/05/2019
 Actualizado a 19/09/2019
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Manuel Rodríguez Pascual, el gran experto en todos los temas relacionados conla trashumancia, pronunciará este miércoles (a las 18:30 horas en el Paraninfo Gordón Ordás) su discurso de ingreso en la Academia de Ciencias Veterinarias de Castilla y León, para su toma de posesión como Académico de Número en la sección de Zootecnia y Medio Ambiente. Le responderá en nombre de la Academia, Elías Rodríguez Ferri, también académico de número y fundador de la institución.

Rodríguez Pascual –técnico de la Estación Agrícola Experimental de León, veterinario, ingeniero técnico agrícola e investigador desde hace décadas de todo lo relacionado con la trashumancia y el pastoreo– ha querido aprovechar este importante discurso para centrarse no en él sino en la defensa de aquello en lo que cree y defiende. Tan solo unas horas antes participaba en un acto de presentación de un libro sobre el oficio de motril y reconoce que desde que supo la feliz noticia de su ingreso «enseguida consideré que el tema de mi discurso versaría sobre la lana. Por un lado, la lana fue el principal esquilmo de la raza merina durante varios siglos y por otro esta fibra natural ha estado indisolublemente unida a la trashumancia, tema de mi especial interés».Recuerda el nuevo académico que al menos durante 5 siglos «nuestra lana de merina monopolizólos mercados internacionales, lo que proporcionó prosperidad, desarrollo y estabilidad a los viejos reinos de Castilla y León, contribuyendo además a la consolidación de las estructuras del estado, como han reconocido historiadores como Ramón Carande».La pretensión de Manuel Rodríguez en su discurso es «recuperar la memoria histórica de la lana, su producción, comercio y la difusión del merino, con especial referencia al viaje de pequeños lotes de tres cabañas leonesas, que en los últimos años del siglo XVIII y primeros del XIX, consiguen alcanzar Australia y formar parte de los primeros rebaños que empezaron a colonizar este vasto continente. Y demostrar que los pastos de altura de la montaña leonesa que eran utilizados, sobre todo en el siglo XVIII, por los rebaños más importantes del país, producían la lana más fina y demandada por los telares europeos».En un documentado viaje en el tiempo el autor del más completo estudio sobre la trashumancia recordará en su discurso que «ya en el siglo XIII los habitantes de las montañas y sierras que bordean la cuenca del río Duero, comenzaron a trasladarse con sus ganados de forma organizada bajo el manto del Honrado Concejo de la Mesta, hacia las dehesas existentes, al sur de los ríos Tajo y Guadiana cuando el frío y la nieve hacían imposible la permanencia de los hatajos en sus lugares de origen. Por el contrario, al llegar la primavera, cuando el pasto se agostaba en las tierras bajas, retornaban a sus montañas de origen». Continúa su recorrido recordando cómo en el siglo XIV se culmina tras un largo proceso, la selección por métodos empíricos de la oveja merina, esta selección en la Península impulsó el negocio lanero hasta límites antes insospechados; en la época de los Reyes Católicos auspiciaron un monopolio pastoril cuyo objetivo fue el desarrollo del comercio lanero de exportación. De esta forma, Castilla y León se convirtieron en los principales abastecedores internacionales de lana fina durante el siglo XVI y esto acarreó la asignación de un papel secundario a la labranza. «Esta situación propicia la creación de poderosas colonias mercantiles en las principales plazas económicas de la Europa durante los siglos XV y XVI, como Brujas, Amberes, Londres, Toulouse, Rouen, Nantes o Florencia».Ejemplos como estos los va desgranando Manuel Rodríguez Pascual para recordar la pujanza de esta industria, las recesiones posteriores, nuevas épocas de esplendor según se suceden los siglos. Pero llama mucho la atención cómo creció esta industria en Australia, con personajes como el pendenciero capitán Macarthur, que «logró adquirir en pública subasta 7 carneros jóvenes y 3 ovejas viejas de origen Negrete, procedentes del rebaño español de Jorge III, y embarca con ellos en un navío de su propiedad, directamente hacia su granja en Australia» donde está considerado el padre de la industria lanera; o Samuel Marsden, primer capellán anglicano de la colonia que llegaría a ser otro gran terrateniente. «En 1807, Marsden viaja a Inglaterra y lleva con él muestras de lana fina obtenidas con sus ovejas cruzadas; es recibido por el rey y de vuelta a Australia, en 1810, trae con él un carnero y cuatro ovejas (más dos corderos nacidos en el viaje) de puro origen El Paular, del rebaño español de Jorge III; son los primeros ejemplares de esta cabaña que alcanzan el nuevo continente».

En los primeros años de la colonia, para que las merinas progresaran, hubo que cruzarlas con razas más fuertes y adaptadas «pero reservando un rebaño de merinas puras de origen español para mejorar las castas. Macarthur murió loco en 1834, y no vivió lo suficiente para ver cómo en los años siguientes, la industria lanera dominaba la economía de Australia», donde fue la principal exportación hasta 1950; en 1970 se alcanzaron los 180 millones de cabezas, cifra histórica...En la actualidad, China es el principal productor mundial de lana. seguido por Australia (que produce el 88% de la lana finay superfina de merina del mundo) y Nueva Zelanda».

¿Y España? «La lana es un producto natural que ha tenido un glorioso pasado en nuestro país», señala Pascual, quien cree que el esfuerzo de los criadores australianos puede ser un ejemplo y se atreve a ser optimista de cara al futuro; y lo ilustró con un ejemplo final:«Hace cuatro años visitaba la montaña de Babia, Laura Boldi de una prestigiosa familia de fabricantes de hilados para tejer a mano, de Verrone en el norte de Italia. Nos comentaba que la lana leonesa, en la actualidad, no va a poder competir en finura y precio con las lanas australianas, pero “sí podría hacerlo con una lana que tiene detrás una historia y una cultura de más de siete siglos ligada a la trashumancia”. Y esto que parece una utopía, es lo que ya está comercializando un empresario emprendedor leonés. (Made in Slow). Aunar lana de calidad con cultura e historia, puede ser una buena baza de futuro», concluyeel nuevo académico leonés, después un brillante y documentado discurso.
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