cesar-gavela-buena.jpg

Tren al Bierzo

12/01/2020
 Actualizado a 12/01/2020
Guardar
Los trenes que pasan por el Bierzo tienen pocos viajeros, bordean estaciones hace muchos años cerradas, y son una humilde invitación a vivir otro tiempo, aunque ese tiempo sea el actual. El viajero que se sube en León a alguno de esos trenes regionales de diseño antiguo, con enormes cafeterías fuera de uso desde hace décadas, tiene la sensación de que algo curioso, o sorprendente puede suceder. Eso sí, dentro de un plano general de modestia y de sosiego.

Pero el ritmo es otro. Por descontado que nada que ver con hacer el viaje por la autovía. Subir a un tren que recorre la desolada línea León-Monforte de Lemos, la que el olvidadísimo ministro Pepe Blanco llegó a prometer como futura ruta del AVE, es pensar en nuestros padres, en nuestros abuelos, en los años en que ellos viajaban por ahí, y tantas veces nos contaban el prodigioso diseño del túnel del Lazo, con sus curvas y desniveles. Abuelos y padres que también nos hablaban de aquel terrible accidente de 1944 en Torre del Bierzo, cuando murieron centenares de viajeros en el mayor accidente del ferrocarril español.

Yo algunas veces aún hago ese trayecto en tren. Me gusta ese regreso al pasado. Me imagino cuando, adolescente, viajaba a Astorga en el tren correo, en el que siempre iba una pareja de la guardia civil. Un tren que salía de Ponferrada al atardecer, tirados sus vagones por una enorme locomotora eléctrica verde, británica, que todos los chavales hubiéramos querido algún día manejar. ¿Habría trabajo más bonito que ir en aquella máquina desde el Bierzo a Barcelona, Irún o Madrid, tan alto sobre la vía, con la gran luz iluminando el mundo, el frío y la noche?

No hay esperanzas de mejoría para los trenes leoneses. Incluso han cambiado unidades del AVE por otras del Alvia. Astorga no volverá a ser nudo ferroviario, el tren hacia Salamanca y Extremadura continuará cerrado, y es casi un milagro que el convoy de vía estrecha que va hasta Bilbao por tierras despobladas y bellas se haya salvado de la extinción, que tanto lo amenazó. Hasta que el pueblo se movilizó y logró parar el desafuero.

Ahora hay menos ánimos, la autovía tiene mucha fuerza. Y los tiempos son otros. Y nuestros padres y abuelos han muerto. Ahora solo queda hacer viajes nostálgicos, y creer que cuando pasamos por Brañuelas o por San Miguel de las Dueñas volvemos a ser un poco aquellos muchachos que fuimos, y a los que tanto les gustaba ir en trenes lentos y secundarios mirando los ríos y los bosques, soñando con el futuro.
Lo más leído