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Tremor de Arriba

23/02/2020
 Actualizado a 23/02/2020
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Tremor de Arriba fue uno de los ‘Eldorados’ del Bierzo. Un territorio mítico y remoto, situado al nordeste de la comarca, ya cerca de los mundos provinciales de Omaña o Cepeda, tierras más bucólicas. Tremor de Arriba, probablemente, junto con Villablino, Villaseca, Toreno y Matarrosa en la cuenca del Sil, y también Fabero, son las poblaciones que mejor representan la épica dura de los mineros del Bierzo y Laciana; los tiempos de la riqueza de unos pocos y del esfuerzo brutal de muchísimos más. Mineros que han desaparecido del mapa industrial, que son ahora hombres mayores, que resisten en sus villas casi vacías, envueltos en añoranza y resignación. Porque bien sabemos que el carbón ya no es viable. Ese mundo se acabó aunque todavía colee en Polonia o Alemania, por no salirnos de Europa.

He recorrido esos lugares de la minería. Me he emocionado en el pozo Julia de Fabero, he recordado a los héroes que ahí dejaron su salud y esfuerzo, cuando no su vida. He visto las arruinadas calles del poblado del Escobio, cerca de Páramo del Sil. He visto antiguos cargaderos semiderruidos, y he pulsado la melancolía de los vecinos de los valles otrora activos, pujantes, llenos de bares, camiones y trenes cargados de hulla o de antracita.

Pero no sirven ahora las elegías. Menos aún las ensoñaciones. Lo que toca es salvar los muebles, los escasísimos muebles que se puedan salvar. Y dentro de esa mirada, está la iniciativa del ayuntamiento de Igüeña de sacar a la venta unos cuantos pisos modestos de Tremor de Arriba, tal vez el más acabado ejemplo de una población del ‘Far West’ de las varias que el Bierzo alentó. Porque Tremor era el más apartado de todos los grandes pueblos mineros y porque sus empresas no eran, en general, poderosas, como sucedía en Fabero y el Sil. En el Alto Bierzo, donde está Tremor de Arriba, el minifundismo carbonero fue habitual, aunque también generaba riqueza, claro, y en su desarrollo se levantaron esos barrios humildísimos, que ahora pueden ser una leve y extraña esperanza para las personas interesadas en adquirir esas pequeñas viviendas.

La noticia ha saltado a todo el país gracias a un reportaje televisivo. Eso es bueno. Es bueno que León, por una razón u otra, rompa el silencio y el olvido. Y también es bueno que los leoneses conozcamos esos lugares que llevan muchos años en la decadencia y el vacío. Para hacernos una mejor idea de lo que pasó en las viejas cuencas mineras. Para honrar la memoria de aquel mundo y de aquellas personas.
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