Treinta años de la esperanza negra

La Marcha Negra de 1992 ha pasado a la historia local de las movilizaciones obreras convertida casi en una leyenda. Se cumplen 30 años, es obligatorio recordarla pero...

Fulgencio Fernández
13/03/2022
 Actualizado a 13/03/2022
El emocionado Ares, el más veterano de la Marcha, y el cartel del 30 aniversario. | MAURICIO PEÑA
El emocionado Ares, el más veterano de la Marcha, y el cartel del 30 aniversario. | MAURICIO PEÑA
Si la recuerdas por lo que fue y lo que significó no cabe duda de que se trata de una de las movilizaciones obreras más legendarias de esta provincia, sino la más. La de más repercusión, la más ‘bella’ y emotiva y la que concitó más adhesiones de todo tipo. Aún resuenan el claxon de los camiones cuando se cruzaban con los mineros de Laciana camino de Madrid, donde llegaron, donde los acogió una ciudad volcada con ellos. El ministro de Industria, no, pese a que por una vez Madrid no se quejaba de otra manifestación más, todo lo contrario, se echó a la calle. Como lo había hecho Valladolid y hasta el último pueblo de aquel largo camino, que les dio comida, calor, pabellones para dormir y ánimos. Pueblos a los que se encogía el alma cuando aquellos mineros se ponían los cascos, echaban pie a tierra y cantaban su himno: Un Santa Bárbara bendita a 500 voces.

Si lo recuerdas pensando que todas las minas leonesas, no solo las de Laciana, están cerradas puedes tener la sensación de que fue otra derrota más de esta tierra, a largo plaza, claro, pues en aquel momento la Marcha sí logró su cometido, al margen de poner ante los ojos de todos un trabajo y una forma de vida.
Se cumplen 30 años justos. Fue hace treinta años, en marzo de 1992, con ocho sindicalistas encerrados en el pozo a muchos metros de profundidad, con 415 mineros en la carretera, con sus familias preparando la infraestructura y llamando a todas las emisoras de radio en directo para que se hablara de lo suyo, con todos los medios de comunicación nacionales, y hasta extranjeros, volcados con ellos. El recordado Julio Fuentes, asesinado en Afganistán, escribía: «Puede que la marcha de los mineros leoneses sea tan solo un acto heroico y desesperado, sin respuesta gubernamental, pero para León y para el Valle de Laciana significa un hecho histórico».

Por ello tiene mucho sentido, todo el sentido del mundo, que Laciana quiera recordar aquel mes, aquel año, aquella marcha y, entre otros actos,  nos congregue a una concentración el próximo sábado, día 19, a las doce de la mañana, allí donde arrancó hace treinta años la Marcha Negra, allí donde nació la Esperanza Negra, como un oficio ya asesinado.
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