"Tratan a las catedrales como vacas de ordeño"

Julio Llamazares (Vegamián, 1955) acaba de publicar la segunda entrega de sus viajes durante 14 años por las catedrales de España, ‘Las rosas del sur’, con lo que le está tocando volver a recorrer el país presentando el libro "y teorizando sobre lo divino", dejando frases tan contundentes como "las tratan como vacas de ordeño", "las han secuestrado los cabildos", "son como centros comerciales"...

Fulgencio Fernández
23/09/2018
 Actualizado a 16/09/2019
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Dice Julio Llamazares convencido que le podrán negar la calidad literaria, «allá cada cual», pero «no podrán negarme el esfuerzo», pues se ha pasado 14 años recorriendo ciudades —la catedral es la disculpa o el símbolo— para este libro adscrito a un género que no niega que le gusta y en el que muchos le ven más cómodo y mejor escritor (La lluvia amarilla al margen) con obras como El río del olvido, Tras os Montes... Ha vuelto a la carretera, para presentarlo y de tanto tirarle de la lengua va dejando píldoras que no se si le recibirían igual en la segunda visita.

–Catorce años recorriendo catedrales, ¿qué menos que le hagan monaguillo mayor?
– Lo dudo. Propónlo a ver. De todas formas ya fui monaguillo en Olleros de Sabero y no está bien repetir profesión.

– Claro, si dice que «las catedrales están secuestradas por la iglesia».
– Pues añade que por los obispos también. No parecen nada relacionado con algo sacro, más bien mercado. En la Mezquita pagué 10 euros y pregunté si podía entrar y salir, me dijeron que no, que pasara por caja. En muchas de ellas es mucho más fácil ver a un japonés que a un cura.

–Vamos con otra. «Tratan a las catedrales cono vacas de ordeño»
– Explicado está. Es lo mismo pero contado más en leonés. Por cierto, cuando empecé los viajes casi todas eran de acceso libre.

–Hablando de leonés, habla mal de la Catedral de León y tendrá que ir de vacaciones a Ibiza.
– No puedo hablar mal. En lo del mercado... pero tengo especial predilección por ella, creo que la Catedral de León está en el origen de estos dos libros pues siempre recuerdo mi primera visita, siendo un niño, a la Catedral de León, la recuerdo enorme, caleidocópica, con aquellas vidrieras, llena de luz... y un recuerdo especial, mi padre me dijo que la pila de agua bendita reflejaba toda la grandiosidad del templo, tocabas el agua y se movía todo, me fascinó para siempre. La verdad es que tengo predilección por las góticas.

–Diga algo bueno de todas, en general.
– Que son las cajas negras de la historia de los lugares que las acogen, allí está todo escrito. Sólo así se puede entender queun municipio como El Burgo de Osma, con unos 5.000 habitantes, tenga esa grandiosa catedral y Madrid, la ciudad más poblada de España tenga ese pastiche reciente, inventado. Y agradecer que me han permitido, a través de ellas, conocer las ciudades que las acogen. Y añadiría que me permitieron ejercer en estos dos libros mis cuatro pasiones:la literatura de viajes, el viaje, las propias catedrales y conocer el país.

–¿La peor catedral?
– La Almudena.

–¿La mejor?
– Ésa ya es otra historia, he hablado de mi vinculación con la de León, pero después ya hay muchos matices, sentimientos, momentos... Me atraen aquellas de ciudades que tienen obispo pero no gobernador civil —Mondoñedo, Tui, Baeza, Segorve...— que flotan entre la leyenda y la realidad ycuriosamente son las más vivas.

–¿Un personaje?
– Un tipo absolutamente quijotesco que con sus propias manos está construyendo una enorme catedral en Mejorada del Campo, toda ella hecha con materiales de derribo y deshecho.

–En Santiago ya cobran y hay colas, sobre todo para el Pórtico de la Gloria.
– Santiago es otra historia, el punto final de un mito y el punto de destino del Camino, con un señuelo legendario que también le da vida a León, pues de no ser por el Camino desde Astorga a Ponferrada sería un desierto.

–Después de tanta crítica, cuente lo de la Seo de Urgel.
– Pues que estaba solo en la Catedral, quedémirando a una preciosa Virgen románica de su altar y lo recuerdo como uno de los momentos más felices de mi vida.

–¿Se lo explica?
– Creo que era armonía espiritual.

–¿Pero es creyente?
– No, y tampoco he encontrado a Dios pero he sido feliz en la Catedral.
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