26/05/2019
 Actualizado a 19/09/2019
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Ni el Indiba facial ni el tratamiento que sirve para tratar el herpes genital que tanto abundó en el último Coachella. El que me quita el sueño es el tratamiento de cortesía. Parece que uno nunca acierta, ni aciertan con uno, por volquetes de inteligencia emocional que se le ponga.

La gran pregunta es si la confianza te la dan y te la quitan, o te la agencias y la despachas tú. Ante la duda, parece que más vale pecar por carta de más que por carta de menos. Pero lo cierto es que uno teme más el exceso, por riesgo de lameculismo, que el defecto, por riesgo de chabacanería.

Yo, que paso del usted al tú, y viceversa, con la misma persona varias veces en la misma conversación, sin embargo, tengo algunas intuiciones. De cómo hacerlo en el trabajo y con la familia de cada uno no voy a decir ni mú, que no quiero cargar con despidos ni desherencias. Pero con los miembros de una familia distinta sé que solo hay una regla: a la madre de los demás no se la trata de usted cuando anda cerca la abuela pizpireta.

En el colegio pasamos de llamar ‘señorita’ a las profesoras a tratarlos a todos por el nombre, sin rancios dones ni doñas, e incluso con el diminutivo. Lo cual dirán algunos que es una falta de respeto. Pero ¿también cuando tus alumnos cascan ‘Manolín’ grafiteado en una farola del parking para reservarte el sitio que hay delante?

Me gusta lo que veo en los profesionales de la medicina, como esa médica tratando a un hombre mayor con el dulce y retorcido «a ver Agustín, dígame tres palabras que empiecen por w».Y también me gusta lo de dirigirme a otros por el cargo: el año pasado vi al ministro del Interior: «Hola ministro». Este año he visto a la ministra de Hacienda: «Hola ministra». Si subo a la Virgen del Camino y veo a una monja dominica: «Buenos días hermana», y si veo a un fraile dominico: «Buenos días hermano».

Si me interpela un desconocido en un sitio público, me enerva si es un ‘millennial’ muy verde haciéndolo de usted o señor. No tanto si es un profesional de la hostelería el que lo hace y es de rigor para mí ser tratado así en autocares, trenes y aviones. Y no, en el extranjero no siento falta de respeto ante angloparlantes, porque resulta que la forma de la segunda persona del singular se perdió hace mucho y la del plural ocupó el puesto de aquella, por tanto, en inglés se diría que todo el mundo se trata de usted, como empleando una especie de voseo. O de eso me ha convencido mi chica para apaciguarme.

Pero nada me produce más esquizofrenia que el problema del tratamiento a usar con los lectores. Soy todo oídos: ¿Cómo os gusta que os trate a ustedes?
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