19/07/2021
 Actualizado a 19/07/2021
Guardar
Decía el tío Pío de Valdehalcón (inventor del Padrenuesto de Franco, que nos quitas en pan blanco y nos das el de ración): «Buena moza y guapa, y a mí me la dan: trampalantrán». Eso pensó el cronista cuando el otro día viajó por delante de Peñacorada hasta Puente Almuhey y se fue encontrando con que su tierra era toda ella un jardín de flores silvestres sobre un fondo verde y un horizonte de montañas y bosques sobre los que el sol parecía estar tejiendo un glorioso porvenir.

Y en los bien cuidados jardines, los rosales rojos, blancos y amarillos, cuajados de grandes, brillantes y olorosas rojas, contrastando con los geranios colgantes de los balcones, le hicieron pensar que algo había cambiado desde los ‘entonces’ cuando todo eso parecía no existir . Parques infantiles y jardines bien cuidados hablan de una ruralidad ajena a esa otra que, sobre todo desde las ciudades, se trata de imponer como una sucesión de pueblos inservibles (que los hay) en los que el abandono la desidia, el abandono de la administración y la desidia de los gobernantes, han dejado su huella muy difícil de borrar.

Más adelante, hacia Guardo, desvío hacia Velilla del Carrión, un verdadero enclave a visitar y en el que las rosas, y los jardines, se arremolinan alrededor de las fuentes que los romanos supieron bien guardar. Y el alto Espigüete, como una aparición, llamando la atención del viajero con su poderosa presencia en medio de un farallón de sabinares y señalando el camino de vuelta hacia Riaño por Besande Boca de Huérgano, rodeados por un espejismo de flores silvestres y esplendor. Riaño, como un espejo, (o un espejismo) con ribetes de atardecer, y al fondo, su famoso conjunto monumental del Yordas que parecen florecer sobre un horizonte con todo el porvenir.

El cronista, en tiempos de pandemia, lo primero que hace nada más llegar es «reconocer el territorio» como dice Doña Cima en su diario, en ‘El diablo meridiano’ de nuestro Luis Mateo, piensa que algo sí nota la mano de una nueva generación de políticos que comienzan a mirar por su tierra. En Puente Almuhey, al comprar fresas de Almanza, en un bar, la camarera se refirió al alcalde de esta localidad como alguien digno de admiración. Tal vez es que algunos piensen, como escribe Jesús Torbado en el cuento: ‘La novia perdida’ del libro ‘El inspector de vírgenes’ que decía aquel político triunfador apodado ‘El avión’ cuando regresa al pueblo: «Habrá que hacer algo por la propia gente, qué carajo…».

Y uno, cazurro de Valdehalcón: «Buena tierra, y guapa y a mí me la dan: trampalantrán»
Lo más leído