Traiciones, mentiras y cintas de espías

Jorge Diez Fernández
05/03/2022
 Actualizado a 05/03/2022
Robert Michels, en su obra ‘Los partidos políticos’, basada en un estudio sobre las clases dirigentes dentro de las organizaciones socialistas, formula la ley de hierro de las oligarquías. Exponiendo, entre otras cosas, cómo los dirigentes del partido se constituían en una casta con un funcionamiento independiente al de la organización y con sus propias reglas. Esto al final se hizo categoría y se vio que afectaba de igual forma a cualquier ente organizativo.

Como ley de hierro esto afecta independientemente de la voluntad de evitar sus efectos, en Podemos en su día, con muchos dirigentes formados en Ciencias Políticas y buenos conocedores de esta ley, se intentaron poner una serie de medidas que evitasen sus efectos, pero la fuerza de esta ley pronto se vio ratificada con la modificación de esas medidas o su anulación.

En mi partido, el Partido Popular, por desgracia no solo es que se cumpla esta ley, si no que se ve reforzada por una falta clamorosa de participación del conjunto de los militantes en la vida activa del partido. Son las élites dirigentes en un juego de agregación de fuerzas las que en caso de conflicto dirimen quien va a ser la corriente que lidere el partido, por más que éstas no existan.

Como es lógico esto normalmente se hace de una forma oculta y si bien genera tensiones, ganadores y derrotados, de forma habitual se convierte en una lucha latente que no tiene mayores reflejos hacia el exterior. Sobre todo, porque incluso normalmente los derrotados están dispuestos a someterse a la nueva dirección siempre que garantice un número suficiente de beneficiarios de los emolumentos que garanticen más o menos su forma de vida.

Cuando el conflicto, como en este momento, plantea una sustitución drástica de la élite dirigente, y sobre todo cuando el aspirante a liderarlo ha logrado un enorme respaldo popular y electoral, el choque que se produce es absolutamente destructivo y como no existen o no están en funcionamiento los mecanismos que modulen estos liderazgos a través del debate en la organización, se genera un daño terrible a la organización. Incluso generando que los militantes más motivados no encuentran otro mecanismo para canalizar su mensaje que manifestarse contra su propio partido.

Hay que unir a esto, que el sistema perverso se reproduce en todo el organigrama del partido, donde el mayor mérito de los candidatos, en casi todas las direcciones de las comunidades, provincias e incluso comarcas, es que su candidatura este en consonancia con la dirección nacional o por la dirección de ámbito superior y por supuesto que puedan justificar con el aval personal quien lo personifica. Que por otra parte no duda en usar los comités electorales, la asignación de cargos de confianza como una palanca más para perpetuar el sistema y su control.

Y ahora contemplamos este espectáculo dónde, sin solución de continuidad, los que antes han acreditado su buena relación con la dirección nacional, en este momento huyen como gatos escaldados e incluso se permiten traicionar esa confianza de forma pública notoria, porque han de agradar y tener el aval del nuevo líder.

Al final generamos un grupo de liderazgo sin la necesidad de formación intelectual o ideológica, sin principios básicos para la dirección que ocupan, y cuyo mérito principal es saber acomodarse al ganador en cada momento. Y que no dudan en ningún momento de recurrir a la traición a los que habían depositado su confianza en ellos. Como decía el otro día un gran profesor de política, Miguel Anxo Bastos, esto es como las parejas el que tiene más probabilidades de ganar es el que menos quiere y el más traidor.

Recientemente, en el último congreso nacional, había delegados que acudieron como ‘sorayistas’ declarados que por arte de ‘birlibirloque’ acabaron siendo miembros de la ejecutiva de Casado.

En este camino si no se produce una corrección en los métodos en el funcionamiento y en el papel que deben jugar las bases de nuestra organización volveremos a cometer errores cada vez más irreparable y veremos cómo continúa la sangría de militantes de nuestra organización que poco a poco van saliendo hacia opciones cercanas dónde se les de algo más de protagonismo o sobre todo que sean atraídos por las posturas más populistas que buscan un enganche más emocional.

Y nos enfrentamos a un nuevo problema, ya que tenían la dificultad que tenían los partidos emergentes de falta de implantación en el territorio se ha solventado con la mayor permeabilidad, ante la cercanía ideológica de las nuevas formaciones. logrando esta implantación simplemente con la captación de miembros de nuestra organización diseminados por todas las localidades de nuestro estado y que ante estas broncas internan van perdiendo su sentimiento de pertenencia y también de forma egoísta sus posibilidades de acceder a cargos públicos.

Esperemos que todo este proceso no se limite exclusivamente a un cambio de liderazgo, sí no que se den los pasos para un cambio de funcionamiento, de modelo organizativo y sobre todo que se logre que sea la participación de los militantes la que tenga un peso decisivo en la formulación de políticas a realizar y de elección de nuestros líderes y cargos públicos. Establezcamos sistemas de elecciones con procesos de primarias y establezcamos limitaciones de mandatos que eviten que sea más importante defender su puesto de trabajo que los intereses del partido y de España.
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