11/10/2022
 Actualizado a 11/10/2022
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Los que hemos sido pescadores, cuando todavía se podía pescar en nuestros excelentes ríos leoneses, hemos de reconocer que nuestros éxitos pesqueros se basaban en la mentira, esto es, en el engaño a las truchas. Bastaba con que ellas tragaran con voracidad los sabrosos gusanos que llevaban escondido un letal anzuelo o con que quedaran deslumbradas por los mosquitos artificiales o las brillantes palometas metálicas, llamadas cucharillas. Ignoraban que cuando esperaban saciar su apetito se encontrarían con la muerte.

Resulta preocupante lo que venimos observando recientemente en algunas cadenas de radio o canales de televisión que se distinguen por sus acertadas críticas al gobierno de Sánchez por su amoralidad y artimañas para perpetuarse en el poder. Sucede que, alternando con estos comentarios, aparecen cuñas publicitarias en favor del gobierno de España. Ya sabemos que los ingresos por la publicidad son los que sostienen a los medios de comunicación y que tal vez no les queda más remedio que asumirla. Pero no deja de resultar chocante.

En efecto, el gobierno ha empezado ya su campaña electoral y dedica a ella ingentes cantidades de dinero en publicidad, incluyendo en ello la utilización de los presupuestos generales del Estado como arma publicitaria. Espero no ser acusado de ingrato por hacer estas críticas, habida cuenta de que un servidor es uno de los beneficiarios de dichos presupuestos, por eso de que le van a subir la pensión casi un diez por ciento.

Probablemente haya personas más agradecidas, dispuestas a recompensar con su voto esos regalos puntuales a los que hacen mención constante las antedichas cuñas publicitarias. Resulta significativo que no se habla de creación de puestos de trabajo, de potenciar las empresas, de fomentar la economía productiva. Curiosamente hay muchas personas nada ambiciosas que se conforman con poco y prefieren una paguita que les ayude a ir tirando sin hacer grandes esfuerzos, a un trabajo que requiera sacrificio. Por otra parte para algunos gobernantes es mucho más fácil controlar y dominar a los ‘proletarios’ sumisos que viven de estas limosnas del Estado que a los ‘capitalistas’ que se sienten libres para crear riqueza.

Probablemente haya lectores que piensen que estamos exagerando, pero la experiencia histórica nos dice que algunas democracias se han convertido en dictaduras precisamente porque el pueblo ha tragado esos anzuelos camuflados, revestidos de apetitosos regalos.
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