28/05/2021
 Actualizado a 28/05/2021
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Hace un par de noches vi en la televisión un conocido programa que cuenta en nómina con un par de simpáticas hormigas. Reconozco que, si lo vi, fue por el morbo de ver si Felipe González le daba un poco de estopa a Pedro Sánchez, como últimamente no tienen reparos en hacer los históricos del PSOE.

Igual iba con las expectativas demasiado altas, pero la entrevista me dejó bastante frío. Creo que el entrevistador perdió una oportunidad de oro de ganar unos titulares y conseguir que alguna de sus preguntas se hiciera viral. Quizá algo más sobre la deriva bolivariana de Sánchez, su pleitesía a socios bilduetarras e independentistas… la apertura de expediente a sus compañeros Nicolás Redondo y Leguina... Temas había, desde luego.

En cualquier caso, no coincidiendo lo más mínimo a nivel ideológico con Felipe González, hay que reconocer que da gusto oírle, sobre todo si tenemos en cuenta en lo que ha ido derivando el PSOE hasta convertirse en el sanchismo radical y prepotente que lo tiene secuestrado.

No sé si será que me voy haciendo mayor (hoy cumplo precisamente 41 años) pero escuchando a González, me entraba cierta melancolía de una época en la que los políticos socialistas, con sus errores (en su caso muchos a última hora) tenían una idea clara de lo que querían para España, eran constitucionalistas, leales al Rey y partidarios de la unidad de España. Qué cosas tiene esto de la política que hasta un gobierno achicharrado y con escándalos diarios como el último de González, ya parece hasta bueno comparado con lo que tenemos ahora.

Echando la vista atrás y ya empezando a peinar canas, me intento poner en la piel de los diputados y senadores socialistas, alguno ya más joven que yo, que por interés personal o por puro sectarismo, aplauden con las orejas desde sus escaños al más estilo de Corea del Norte, al líder ‘Kim Jong-Sánchez’, con cuidado de no tener un mal gesto o no decir una palabra más alta que otra que les pueda hacer perder la gracia del amo de Ferraz o de alguno de sus secuaces.

Nuestros representantes provinciales socialistas tienen que demostrar cada día unas tragaderas más grandes y conforme el crédito y la dignidad de la actual dirección del PSOE nacional se va poniendo en entredicho, más les costará desvincular su destino con el oscuro destino político de Sánchez.

En los próximos meses la patata caliente vendrá de la mano de los indultos a los golpistas catalanes, aderezado con unas primarias en el PSOE andaluz que pueden servir para que muchos socialistas con dignidad, le digan basta ya al sanchismo.

Es el momento de que las bases socialistas vuelvan la mirada a la generación de Leguina, Corcuera, Nicolás Redondo, González, Guerra… abandonen posturas radicales encaminadas a la disolución de España y sus instituciones y vuelvan a echar a Sánchez de Ferraz como ya hicieron en 2016.
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