Tráfico de arenas en el puerto

No es nada común coleccionar arenas de todo el mundo pero en León hay dos aficionados a ello de punta a punta de la provincia: Chuso, de Valencia de Don Juan, y Tere, de Casa Maragato en Busdongo

T. Giganto
05/11/2017
 Actualizado a 19/09/2019
Chuso y Tere, este viernes en Casa Maragato (Bsudongo) intercambiando arenas de todo el mundo que ambos coleccionan.
Chuso y Tere, este viernes en Casa Maragato (Bsudongo) intercambiando arenas de todo el mundo que ambos coleccionan.
El viernes por la tarde Chuso, de Valencia de Don Juan, pisó por primera vez Casa Maragato, establecimiento de Busdongo que ya es parada obligatoria para muchos en su ida o vuelta a Asturias. Allí repostan para hacerse con algo de embutido con el que hacer más corto el trayecto antes de subir el puerto Pajares o tras bajarlo. Pero Chuso, a pesar de que es muy de trotar la provincia leonesa, coincidía que nunca había parado allí. Tenía que poner remedio a la situación y mucho más sabiendo que Tere, regente del local, es una loca de las arenas como él. Los dos comparten la pasión por coleccionar las de todo el mundo. Tere tendrá casi mil, Chuso ya supera las 1.100. Y todo ello sin contar las que se intercambiaron este viernes, poniendo cada uno su ‘granito de arena’ a sus respectivas colecciones.

«A estos dos no les hagáis ni caso que están locos», decía Juan, también de Casa Maragato, cada vez que llegaba un cliente al local y quedaba pasmado viendo tal cantidad de arena guardada en bolsas y botellas de plástico en una de las meses de Casa Maragato. Mientras unos iban y otros venían, Chuso y Tere intercambiaban arenas. En total, 37 nuevas volvieron en el camino de vuelta a Valencia de Don Juan y muchas más quedaron en Busdongo. Entre las que bajaron a la Vega del Esla se encuentra una bolsa de arena del Kalahari. «Es impresionante ver una arena tan roja... y esto es solo una bolsa, imagínate un desierto», explica Chuso, que pasó la mañana del sábado reorganizando su colección, esa que muestra orgulloso compartiendo las historias en el Facebook y en el blog que lleva por título ‘Mucho más que arena’. En su caso, el escaparate de esta afición es Internet, pero en el caso de Tere es el comedor de Casa Maragato, en Busdongo.

Ella es la quinta generación de su familia que está a los mandos del popular local, donde se puede encontrar desde una lata de anchoas hasta unas cuchillas de afeitar sin olvidarnos del embutido, atracción sin igual. La suerte de tener siempre la puerta abierta en un lugar de paso es que los clientes van, vienen y de paso en sus viajes se acuerdan de Busdongo y en su siguiente trayecto por la N-630 dejan una bolsita con arena. Así, granito a granito se ha ido haciendo su colección, al mismo tiempo que iba dotando al local de un lugar especial, cargado de personalidad propia y conocido por muchos como el bar «de las arenas».

Ahora, tras el intercambio, Chuso y Tere tienen claro que volverán a coincidir pronto y otros coleccionistas de España señalan en las redes sociales que no tardarán en pasar por Busdongo. León no tiene salida al mar, pero no será por falta de arena. De Busdongo ya hay un granito de arena en Valencia de Don Juan. Yviceversa. Y todo después del tráfico de arenas en el puerto. Pero todo legal. «Hasta que mi madre me eche de casa con tanta arena», dice Chuso. Siempre le quedará Busdongo, lugar que sintió como su casa.
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