Traen problemas

El 28 de abril acudiremos los españoles a las urnas –no sé por qué, pero siempre que escribo cosas así me quedo en blanco y negro y me crece una chaqueta de pana con coderas en el armario– y volveremos a hacerlo el 26 de mayo. Dentro de las complicaciones logísticas que siempre supone organizar unos comicios, al menos Sánchez no quiso rizar el rizo y desistió de la idea lanzada en ese globo sonda para ver qué tal el 14 de abril, Día de la República y, este año, Domingo de Ramos, y hay liga. Si la idea es que la participación sea aún más baja, no es mala fecha, pero muy democrática tampoco parece. Ahora que por lo menos tendrían una excusa para la posible desafección del pueblo manifestada en una probable escasa respuesta por parte del electorado. Según el último sondeo del Instituto Mirantes para la Estadísticas y Otras Cuentas de Andar por Casa (Imeoca), 2,5 de cada 4 ciudadanos –el medio corresponda a algunos encuestas que ya llevaban unas cuantas cañas cuando se les preguntó– considera que la crispación parlamentaria no tiene su reflejo en la calle, en las empresas, en las familias, si acaso, un poco más en las barras de las bares, y depende de la hora. Algunos han dado cuenta de «las ganas de tocar las narices» de Óscar Puente enfrentando gratuitamente a Valladolid con el resto de la comunidad, pero especialmente con León. Es increíble también que asuntos como la subida del SMI, que realmente llega a los trabajadores, queden eclipsados por asuntos menos o nada tangibles, vana retórica de la competición por el voto/sillón. Incluso, sin salirse de su carril, sindicatos y patronal se han mostrado muy satisfechos con muchos acuerdos alcanzados en los últimos meses con una economía que tampoco está para tirar cohetes.

Así, esta vez sí que doy por cierta aquella anécdota de aquellos veteranos candidatos que en los mítines prometían solucionar al votante los problemas ¿Qué problemas? Los que os traemos. Y ahora sí que los traen, sí.