Tractores de tracción garbanzo

26/05/2021
 Actualizado a 26/05/2021
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Siempre se contaba en los corros de lucha leonesa una historia sobre algunos de los hermanos Cerezal, de Corcos, cinco de los cuales fueron luchadores y hoy ya lo son dos de sus hijos. Dicen que el día del corro de Mansilla, uno de los que les gustaba a las gentes de esta familia, estaban metidos en faena de sacar las patatas y no parecía que pudieran acabar para las cinco de la tarde y le dijeron al padre que si lo podrían dejar para el día siguiente. Danielón, que imaginación y anecdotario tenía para dar y regalar, dio la solución. Además de las parejas de vacas que araban unció a cuatro de los hermanos en dos parejas y el caso es que a las cinco de la tarde estaban todos, con Danielón al frente, en la cita de Mansilla.

Cuando le preguntabas a Daniel hijo, socarrón como su padre, sonreía y explicaba: «De mi padre la mitad de lo que se cuenta es mentira... pero hay mucho más de lo que se conoce. Y yo te digo que alguna vez me uncí».

Los rapaces de la foto deben estar entrenando para paisanos antiguos, no se uncen pero porque esa técnica ya no se practica. Ellos aparcan el tractor, lo ponen a mirar «y que aprenda cómo se aran las tierras».

También cumplen con el deseo de tantos paisanos viejos que cuando ven a los rapaces de los pueblos ociosos en la plaza no falta uno que diga:«¿Porqué no los ponen a arar?».

Claro que ellos decía con la pareja de vacas, cuando menos.
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