21/04/2016
 Actualizado a 18/09/2019
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No hagáis caso a los cantos de sirena que vienen del gobierno, (en funciones). No tengáis ninguna duda: intentan venderos la moto. Seguimos estando en crisis. Es más, me atrevo a decir que la crisis está golpeando a esta provincia con más virulencia que nunca. ¿Sabéis porqué sé que la crisis nos está atacando ahora más que nunca? Os lo explico. Ayer cayó en mis manos el periódico de la competencia. Nunca lo leo, que uno es fiel como un buen marido; a lo sumo leo la columna de Pedro Trapiello (confieso que casi todos los días). Pero ayer fui más allá. Me avergüenza confesar que miré las esquelas (pocas, a.d.g), y los anuncios por palabras; concretamente los de las señoras putas. Siempre dije al director de esto que un periódico de provincias que se precie tiene que tener esquelas y anuncios de relax; si no, malo. La Nueva Crónica va ganando algo de terreno en lo de las esquelas, pero en lo de las lumis, no hay manera, chico. Ni un mal anuncio. A ver si es que somos de Opus y nos lo prohíbe la regla.

En un año, tiempo que ha pasado desde que miré lo de los anuncios hasta ayer, o tenemos menos putas trabajando o eran mayores y ocuparon la otra sección de la que hablo. Estaba ayer la columna del relax, escuálida, mermada..., daba pena. ¡Que tiempos aquellos en los que se anunciaban, ofreciendo sus servicios, cobrados en negro, no menos de cuarenta señoritas de compañía! Ayer, os lo juro, no llegaban ni a la mitad. Y es un muy mal síntoma.

Si circula la guita, aunque sea negra, (‘chocolat’ para los franceses, que hasta para poner nombres molones nos ganan), los bares están llenos, las tiendas venden, los microcines tienen espectadores... ¿Qué mejor manera de acabar una semana de trabajo agotadora que ir a que ten den un masaje? Desde tiempos inmemoriales se hizo así. Los romanos, los árabes, (faros de cultura y de saber), tenían baños públicos para que el personal olvidara los avatares de la vida, los problemas, las discusiones con el jefe, el partido del domingo... Y, ¡claro!, esta liturgia podía acabar como es preceptivo: eliminando tensiones con la ayuda de una señorita libre de prejuicios a cambio de un pequeño estipendio, nunca suficiente para sus maravillosas virtudes. ¡Esas si que fueron grandes civilizaciones! Aquí, con el advenimiento de la democracia, (gran cosa, la democracia), se pasó de lugares lúgubres y sucios donde ejercían, a centros integrales de divertimento, con sauna (gran cosa, la sauna), camilla, música ambiental y, en el mejor de los casos, una copa de güisqui. El hombre, el pobre hombre agotado y hastiado de su miserable existencia, de su trabajo, de la contraria, (una bruja que esquilma la cuenta de ahorros sin ningún pudor y a la que siempre le duele la cabeza), de la maldición divina de sus hijos y parientes varios, salía de este exclusivo centro cultural como nuevo, listo para seguir soportando estas pequeñas miserias. ¿Es delito buscar el placer en manos de profesionales? No debería. Es más: hacienda y las feministas deberían dejar de perseguirlas y, por el contrario, sería necesario que su actividad estuviera subvencionada. Cumplen un servicio esencial en este mundo: hacer que el hombre sea feliz, por lo menos un rato.

Así, con la subvención, no tendrían que cerrar sus locales ni emigrar y, míralo como quieras, son puestos de trabajo. Y ya sabéis lo tontos que se ponen los del poder con lo de los puestos de trabajo. Lo que pasa es que esos chicos no conocen ese mundo; así se les pone la cara de vinagre que tienen. Dan millones de euros en ayudas para la multinacional que se instala en su territorio para que pueda hacer frente, (¡pobres!) a las ganancias que obtendrán, esquilmando el erario público. Y a estas sencillas trabajadoras las persiguen, se meten con ellas y con sus clientes. Un sin dios. ¡Cuanto tienen que espabilar!

Salud y anarquía.
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