Trabajan vestidas de fiesta

05/02/2020
 Actualizado a 05/02/2020
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Las manos trabajan vestidas de fiesta porque saben que están reviviendo muchas historias que merece la pena celebrar. No acudían en los viejos tiempos a tejer con las uñas pintadas y todos los anillos embelleciendo los dedos. Anillos que en su interior llevan fechas y nombres, aquellos días de la boda, aquellos nombres de la madre que lo llevó tantos años, como antes lo había lucido la abuela. Las alhajas del ajuar, un tesoro que tiene mucho más valor que precio. Las más modernas ya son regalos de los hijos, y a ellos volverán.

Las manos trabajan vestidas de fiesta porque saben que esa reunión de manos que tejen, de artistas de la aguja y el ganchillo, bien merece la celebración de la recuperación de una costumbre perdida, la de reunir todas las manos para que cualquier empresa que quieran emprender sea posible. Como hicieron realidad en Villoria de Órbigo una plaza vestida de Navidad como no hubo otra, como no la habrá para el año que viene, porque no fue «un calentón» sino la firme convicción de que lo han recuperado es la vieja vida construida en hacendera.

Se reúnen, hablan, trabajan, ríen, recuerdan, cosen, tejen, diseñan y combaten el largo invierno. Recuerdan las anécdotas y los elogios, las gentes que anduvieron tantos kilómetros para ver su plaza de Navidad, las gentes que vendrán el año que viene. Y constatan una evidencia. Esta tierra vaciada sólo se llenará si alguien se acuerda de estas manos que trabajan vestidas de fiesta.
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