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Torneros, ¿una pasión inútil?

José Luis Gavilanes Laso
04/11/2018
 Actualizado a 16/09/2019
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He optado por la interrogación sólo por eso de que la esperanza es lo último que se pierde. Que la plataforma logística de Torneros se convierta en macropuerto y eje logístico del noroeste de la Península, apasionante intento por conllevar la creación miles de empleos directos, está feo, pero que muy feo. Este proyecto iniciado hace ya más de un lustro, hoy estancado, corre el peligro de quedar en agua de borrajas. La fecha de caducidad de la licencia de impacto ambiental caduca dentro de unos meses, tras de lo cual habría que comenzar de nuevo, que es como aplicarle a la vez el mito de Sísifo y el cuento de la lechera. Para que pase de potencia a acto es preciso obtener los casi cien millones necesarios que faltan para su completa realización (55 para urbanizar los terrenos ya adquiridos y 44 para la terminal ferroviaria).

Uno se pregunta: ¿existe verdadera voluntad de parte de los políticos responsables en ultimar el plan de Torneros? Sospecho que no. Como ocurre con la pretendida autovía León-Bragança, ambos proyectos son meras utopías en las mentes privilegiadas de los dirigentes, pero a la chita callando ante el inminente humo de elecciones, que prometer y no dar sólo a tontos hace alegrar. La UPL parece estar más sensibilizada en una contrarreforma de la Plaza del Grano, «profanada» por los ‘atilas’ municipales, que impulsar lo de Torneros. Y para el PP, está muy bien enaltecer a León como cuna del parlamentarismo, y sede del santo Grial y, cómo no, sustancial capital gastronómica; pero todo ello, da muy poco de comer y no evita la salida aventurada de nuestros jóvenes. Se necesita mayor altura de miras para corregir una pirámide demográfica que por su forma barriguda es ya más globo que pirámide. Torneros es un paso importante para el remedio de no quedar relegados económicamente a simple comunidad de servicios.

Para la ubicación de empresas en un territorio es obligado contar con adecuadas infraestructuras viarias. León las tiene por tierra (autovías prácticamente sin peaje por los cuatro costados, exceptuando la deficitaria y abusiva AP-71 León-Astorga, propiedad de Avertis hasta el 2050, con el 79% en manos del magnate Florentino Pérez, a quien, a falta de goles, le sobran los millones); por mar (puerto de Gijón) y por aire (un aeropuerto infrautilizado). Pese a ello, paradoja, porque las empresas no se ubican en León, al menos en la dimensión requerida para que las defunciones no superen los nacimientos y el mundo rural deje de languidecer.

Desde mi punto de vista, mientras administrativamente estemos subordinados al comunitario engendro pantagruélico actual, poco o nada se puede hacer. Somos nueve provincias y la mayoría de ellas atraviesa un vacío poblacional. Y cada una tiene todo el derecho del mundo en degustar una tarta que no puede alimentar a todos según sus necesidades, ni evitar que el reparto se haga arbitrariamente. La única esperanza que nos queda a leoneses, zamoranos y salmantinos es la más tarde o más temprano reforma de la Constitución. Es presumible que en esa revisión se concrete nominalmente la administración territorial definitiva (Art. 143 y 144). Será el momento de conseguir que León, Zamora y Salamanca tengan la propia de Reino de León. Para ello hace falta que nos echemos todos a la calle (Benavente lo hizo hace unos días) y el apoyo a un líder carismático que consiga desbancar de sus poltronas a políticos escépticos e ineficaces. Una auténtica rebelión de las masas. Empecé con una interrogación. Ahora afirmo absolutamente convencido.
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