Toño Benavides: "La obra literaria es lo que más me gusta ilustrar"

El leonés habla en esta ocasión de su trabajo como ilustrador tanto para editoriales como para prensa escrita, con el que ha cosechado importantes premios nacionales e internacionales, al tiempo que revela la naturaleza de su vínculo con su tierra natal

Joaquín Revuelta
12/11/2021
 Actualizado a 12/11/2021
Ilustración para para la edición de lujo de ‘Fortunata y Jacinta’. | TOÑO BENAVIDES-REINO DE CORDELIA
Ilustración para para la edición de lujo de ‘Fortunata y Jacinta’. | TOÑO BENAVIDES-REINO DE CORDELIA
La conversación mantenida días atrás con el poeta e ilustrador Toño Benavides (León, 1961) con motivo de la concesión del Premio XV Premio Internacional de Poesía ‘Ciudad de Pamplona’ por su poemario ‘Panorámica’ (Cénlit) obligó por cuestiones de espacio a no poder incluir algunos aspectos interesantes de su importante labor como ilustrador y el vínculo con su tierra natal. Cabe decir que el leonés cuenta con diversos premios por su larga trayectoria profesional como ilustrador desde comienzos de los años ochenta, entre los que se encuentran veinticuatro Awards of Excelence, seis medallas de plata y una de oro, incluido el Special Jury Recognition de la Society of Newspaper Design (SND) por trabajos aparecidos en el diario El Mundo, pues a su excelso trabajo como ilustrador de clásicos de la literatura, como ‘Fortunata y Jacinta’ de Benito Pérez Galdós, en la edición de lujo publicada por la editorial Reino de Cordelia y prologada por el también leonés José María Merino, cabe destacar sus múltiples colaboraciones en periódicos como el mencionado El Mundo o La Crónica de León.

La primera cuestión que me interesa conocer de la actividad de Toño Benavides es si como profesional suele aceptar cualquier tipo de encargo que le encomiendan las editoriales o si encuentra una especial motivación a la hora de ilustrar clásicos de la literatura, como el citado libro de Galdós, y qué grado de libertad creadora se permite con relación al texto. «La libertad depende mucho del tipo de trabajo que estés afrontando; es decir, como tú entenderás en publicidad libertad ninguna, absolutamente ninguna. A mí, claramente, me motivan más los trabajos en los que puedo hacer una interpretación personal, y esos son las obras literarias, unas más que otras, obviamente. Si por ejemplo te pones a ilustrar ‘Poeta en Nueva York’, que para mí sería una perita en dulce, pues no solamente es posible la interpretación sino que es inevitable y obligatoria. Pero si te pones a ilustrar por ejemplo ‘Fortunata y Jacinta’, la cosa cambia mucho, porque Galdós lo da todo comido y mascado; es decir, es un escritor exhaustivo, pormenorizado e hiperrealista. Entonces a uno no le queda más remedio que armarse de paciencia y buscar toda la información visual y documentación que sea posible, sobre todo por no meter la pata y a lo mejor poner un tranvía eléctrico donde todavía era de caballos», ironiza Benavides, consciente de que «uno tiene unas restricciones en cuanto a la libertad creativa que no tendría con otro libro, pero a mí me estimulan igualmente todos. La obra literaria es lo que más me gusta ilustrar. Y después de eso el periodismo; es decir, un artículo periodístico, un artículo de opinión o de un editorial. Son secciones en las que a uno se le pide interpretación, pero no en todas. En el periodismo hay secciones muy utilitarias que también tienen sus exigencias en cuanto a la fidelidad a la información, pero hay otras en las que uno puede ponerse muy creativo, y de hecho en la última etapa del periodismo español se ha visto eso, se ha visto que lo que más se valora afortunadamente, no en todos los medios, es la creación personal, la aportación de una voz propia en ese sentido. Entonces, empezando por la literatura, pasando al periodismo y después ya el resto. Y en cuanto a los trabajos de encargo, sinceramente no corren tiempos como para rechazar ninguno. Como profesional que soy, yo acepto todo o casi todo», confiesa el ilustrador leonés, que lógicamente le satisfacen más cuando vienen de una editorial como Reino de Cordelia, que dirige el ponferradino Jesús Egido, que desde siempre ha cuidado hasta el mimo las ilustraciones de sus exquisitas ediciones. «Sí, porque además no todo el mundo tiene la sensibilidad que tiene Jesús para la ilustración y en concreto es un buen conocedor del campo de la ilustración y de los cómics. Él sabe trabajar con ilustradores y de hecho sus ediciones son magníficas en ese sentido, tiene títulos extraordinarios y visualmente impactantes. No es lo mismo trabajar con un editor que con otro. Con alguien que conoces desde hace tantos años y con quien has compartido gran parte de tu trayectoria y sabes que además te entiende y con quien tú te entiendes, pues es mucho más fácil, incluso a la hora de llevarle la contraria, cosa que no podrías hacer con otro editor que de repente te hace el encargo», sostiene Benavides.        El dibujante e ilustrador leonés mantiene muy buenos recuerdos de su paso por La Crónica de León, donde, entre otros cometidos, ilustró la sección ‘Iberican graffiti’ que a mediados de los ochenta firmaba el abogado y escritor Roberto Merino en el suplemento dominical del rotativo. «En fin, fue un rodaje temprano y muy beneficioso. Ahí tienes por ejemplo a Jesús Egido encargándome esa sección cuando en ese momento tenía 25 años. Ante todo estoy muy agradecido de poder haber hecho ese rodaje y que me dio la confianza suficiente como para poder dar el salto a Madrid y atreverme con los medios nacionales», reconoce el ilustrador, quien coincidió por aquellos años en el desaparecido rotativo leonés con otros dibujantes e ilustradores, como José Manuel Redondo Lolo, Miguel Ángel Martín, Tino Gatagán, Luis Miguel Pérez, Enrique Lorenzana y Diego Valor, una nómina realmente insólita para la prensa de provincias.  «Era atípico pero por otra parte era muy lógico en la época; es decir, pertenecemos al ‘baby boom’ de los nacidos en los sesenta, y claro nos juntamos muchísima gente con ganas de hacer cosas y sin la posibilidad de hacer ninguna otra porque León no ofrecía y creo que sigue sin ofrecer salidas laborales en otro sentido. En León pasa algo muy parecido a lo que pasa en las ciudades inglesas, que hay mucha literatura porque la gente se aburría en casa, como llovía, y se ponían a escribir o a leer», argumenta Benavides, que reconoce que de la mejor época de su juventud vivida en León no ha quedado nada salvo los amigos, «que por cierto la mayoría de ellos siguen tan activos como entonces. Recientemente pude hablar con Carlos Antonio Suárez Marcos, que fue músico con Alaska y Dinarama, con Fangoria, a veces también pintor. Ahí tienes también a Miguel Ángel Martín, a Lolo, que seguimos como siempre, un poco porque tampoco sabemos hacer otra cosa, no podríamos hacer otra cosa. Siempre he tenido esa sensación de haber perdido la mejor época de disfrute de mi vida porque me vine para Madrid cuando León era un bullicio enorme de creatividad y de ganas de hacer cosas. Por otra parte, lo que queda es que cada vez que voy existe una mezcla de disfrute y tristeza, porque me gusta recorrer los bares del Barrio Húmedo, que está más agradable que nunca, y el verlo también transformado, con esa centrificación hostelera, me produce también una sensación de tristeza, porque cada vez que paso por una esquina me acuerdo de lo que hubo allí y ya no hay. Esas sensaciones que todos tenemos. A veces me pierde la nostalgia, pero reacciono rápido porque la nostalgia es una enfermedad imperdonable», concluye.
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